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DOS MINUTOS

Lo único que usted desea

Probablemente ha oído hablar de las bienaventuranzas. La razón de que el Señor las haya dicho es que Dios quiere que usted sea feliz.

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Luis García DubusSanto Domingo

“¿Qué es lo que usted más le interesa tener, conseguir, lograr, en la vida?”. Esta pregunta, de una persona respetable a un grupo de jóvenes, despertó un interés inmediato. Dinero, prestigio, salud, ser importante, poder, seguridad, reconocimiento, placer..., todos tenían razón, pero alguien encontró una palabra que reunió todos los deseos.

Dijo: “Lo que todo el mundo quiere es ser feliz”.

¡Felicidad! Todo lo demás son los medios mediante los cuales todos buscamos “ser felices”. ¿Cuál es la razón de que pocos la hayan sabido lograr?

Creo que la respuesta es que no hemos escuchado la buena noticia del evangelio de este domingo (Mateo 5, 1-12).

En ese, el Maestro nos da las ocho fórmulas para alcanzar la felicidad, ocho actitudes ante la vida. Y nos asegura que quien posee alguno de estos atributos, no solo es una persona rica en felicidad ahora, sino que puede contar con algo mucho mejor después.

Probablemente has oído hablar de estas fórmulas de felicidad bajo el nombre de “las bienaventuranzas”. Y la razón de que el Señor las haya dicho no es solo que usted desea ser feliz: también Dios quiere que usted sea feliz.

Esto lo ven claramente los que han descubierto que Dios es un padre. Y “que usted tiene derecho a la felicidad, puesto que esa es la voluntad de Dios”.

Observe con calma estas ocho fórmulas, notará que hay al menos una con la que usted se identifica, una que le ha sido dada a usted especialmente. Reconózcala, agradézcala... y sea feliz. Los niños desean, los adultos deciden.

No nos conformemos solo con desear ser felices. ¡Tomemos la decisión agradecida de serlo!

Anexo una brevísima explicación del significado de cada una.

1. Felices los pobres de espíritu, porque suyo es el reino de los cielos. Pobre de espíritu: persona convencida de la necesidad que tiene de Dios, que vive con sencillez, integridad y apertura hacia los demás.

2. Felices los sufridos, porque recibirán consuelo. Sufrido: quien entrando en contacto con su dolor, sea del tipo que sea, confía en que Dios es el Dios del consuelo.

3. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.Paciente: que acepta su condición humana y sus limitaciones sin amarguras, buscando soluciones sin perder la paz.

4. Felices los que tienen hambre y sed de justicia porque quedarán saciados. Es decir, los que tienen el deseo profundo de recibir a Dios en su interior, y poder así contribuir a una situación de justicia, de paz y de perdón.

5. Felices los compasivos, porque ellos obtendrán misericordia.Compasivo: quien sabe unirse compresivamente al sufrimiento y limitaciones ajenas.

6. Felices los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Limpio de corazón: auténtico, que actúa sin dobleces, no solo con caridad, sino con claridad.

7. Felices los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará “hijos suyos”. Quien busca avenencia, no diferencias, este se parece a Dios, porque Dios es el Dios de la paz.

8. Felices los que son perseguidos por causa de su fidelidad, porque ellos tienen a Dios por rey. Aquel a quien los poderosos rechazan y no toman en cuenta, porque tiene valores que ellos no alcanzan a comprender.

La pregunta de hoy

¿Cuál de estas ocho actitudes es la característica suya? ¿Con cuál puede usted apoyar su derecho a la felicidad?

La respuesta a esta pregunta es de vital importancia en la vida, y solo Dios y usted pueden darla.

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