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DOS MINUTOS

Hombre auténtico, amor auténtico

El evangelio de hoy, que está en el primer capítulo de Mateo, nos muestra que el amor no es un sentimiento, sino una decisión responsable, una actitud de compromiso

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Luis García DubusSanto Domingo

¿Ha tenido usted alguna vez un problema angustioso, desconcertante, de esos que quitan el sueño y producen una sensación de ahogo en la garganta? En ese caso podrá usted ponerse en el lugar de un hombre de quien quiero hablarle hoy.

Este hombre tiene problemas. Serios problemas.

Se siente frustrado, herido, humillado.

Y no sabe qué hacer.

De momento varias ideas se agolpan en su mente. Alguna de ellas significaría tomar una acción drástica y violenta.

Sería la manera de salvar su honor. Las circunstancias lo ameritan.

Pero las circunstancias no manejan a este hombre.

Además, él es un hombre justo. Y el justo no juzga.

Finalmente, toma una decisión se tranquiliza y se duerme...

Y entonces, sucedió lo inesperado, lo sorprendente y misterioso.

Ya en la madrugada, el hombre tuvo un sueño donde se le decía que hiciera otra cosa, que tomara otra decisión, una mucho más difícil que la que él había elegido.

Y el hombre corrió el riesgo y obedeció.

Actuó en contra de sus sentimientos, y tomó una actitud de compromiso, una decisión responsable.

Y con esto realizó un auténtico acto de amor.

Porque amor no es un sentimiento, sino esto: una decisión responsable, una actitud de compromiso.

Aquel hombre recibió en su casa, como esposa, a una muchacha que estaba en estado de gestación, sin que él la hubiera tocado. (Mateo 1, 24-25) Y no solo la recibió, sino que la acogió, la protegió y la respetó, es decir, la amó. Finalmente, cuando dio a luz, cuidó también del niño. Y le concedió legalmente su apellido.

De modo que aquel niño, que podía haber nacido como un hijo natural, pasó a ser de su familia, de su estirpe.

De la estirpe de David.

Aquel acto de amor de nuestro hombre no fue fácil. Ningún acto de amor lo es. Fue arriesgado.

Todo acto de amor incluye riesgo.

Pero él no estaba equivocado. Hoy lo consideramos el Santo más grande que ha existido.

Seguro que hoy hacen falta hombres que sean tan buenos carpinteros como él. Pero, indudablemente, lo que más falta hoy es que haya hombres y mujeres auténticos que se atrevan, como él, a tomar decisiones responsables, y actitudes de compromiso.

La ventaja nuestra es que ya hubo un hombre que lo hizo, y le salió bien.

A todos los hombres y mujeres que leen semanalmente esta columna les deseamos que San José les bendiga especialmente en estas Navidades, y les ayude, en cualquier circunstancia difícil en que se encuentren, recibir la luz y la fortaleza para tomar una valiente decisión parecida a la de él.

La pregunta de hoy ¿Por qué hay personas de fe que no pueden tomar este tipo de decisiones?

orque no hacen verdadero silencio. Si hacen silencio es solo aparente, ya que “piensan” (lo cual es solo oírse a sí mismos), o rememorizan sentimientos (resentimientos), o simplemente, buscar buenas razones para justificar lo que han hecho movidos por su programación emocional .

El verdadero silencio lo explica el Señor en Mateo 6: “Cuando tú vayas a orar entra en tu habitación (en tu interior), cierra la puerta y entra en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará”.

Y lo paga (a su tiempo) con mociones acerca de qué hacer y fortaleza para obedecerlo.

Es lo que hicieron San José y la Santísima Virgen María.

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