Santo Domingo 24°C/27°C broken clouds

Suscribete

SENDEROS

Amar a Dios sobre todas las cosas

Avatar del Listín Diario
Lesbia Gómez SueroSanto Domingo

“Os dejo un mandamiento nuevo, Amad a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo” Moisés, gran legislador, dio el decálogo de moral y conductas, para organizar y conducir a una humanidad con gran arraigo politeísta y degrado por maltratos.

Jesús sintetizó en dos mandamientos la apoteosis del amor, porque amar a Dios sobre todas las cosas es la verdadera entrega y autorrealización, y por igual, permite a través de ese amor, amar al prójimo como a uno mismo, sin la atadura de los prejuicios de dogmas, raza, color y clase. Jesús intuía que el hombre con el gran ajetreo diario, en donde el ego tiene preponderancia, le iba ser harto difícil cumplir con esas reglas de moral; y sin imposición invita a amar a Dios y al hombre como hermano, formando la estructura en amor en lo divino y lo humano. La perfecta simbiosis, en una ecuación de amor, moral, servicio y respeto. Un amor espontáneo, sin el arbitraje del egoísmo y la codicia, de que lo mío es mío y de nadie más. Un amor ágape, que lleva a la paz al corazón y al mundo.

Cuando penetramos en la esencia de ese postulado comprendemos que Jesús sembraba en el terreno la semilla para un nuevo orden de vida y conductas. Un mandamiento para este mismo tiempo, en donde prevalece airadamente el desgarro de los valores e irrespeto a la vida. Este tiempo donde por guerras de lesa humanidad el prójimo deambula en busca de tierras firmes en donde pernoctar sin ser denostado en su dignidad. Un tiempo, donde la indiferencia es palpable, y el dios es el dinero y las apetencias de fama y gloria. Ojalá estemos con los oídos abiertos y escuchemos la voz de Jesús en el eco de la conciencia cuando nos dice: “Amaos los unos a los otros” .

Sociológicamente, Jesús defendía arduamente los valores, con preeminencia al derecho ajeno, y por ello, era el énfasis que imprimía en esta exhortación. Jesús como gran psicólogo de almas, conocía de antemano el sentir de marginar, de apropiación, de falta de compasión para el desposeído, mismo en un escenario en el mundo actual. En aquel tiempo, esta condición se focalizaba, hoy por hoy, como una pandemia se ha globalizado, enfermando las mentes, los sentimientos en el corazón, de los que sordos al clamor del necesitado, vuelven el rostro para no ver con los ojos propios de la conciencia. El descreimiento es la fe de estos, que con denuedo se creen absolutos en la propiedad del mundo, contemplando en sí territorios y sus productos.

Tags relacionados