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DOS MINUTOS

¿Se siente usted solo?

Si hacemos como mi amigo, seguramente encontraremos lo mismo: el Señor ha estado continuamente pendiente. Y si descubrimos que no hemos estado solos antes, sabremos que tampoco estamos solos ahora, ni lo estaremos nunca

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Luis García DubusSanto Domingo

Lucas 7, 11-17

¿Se ha sentido usted alguna vez solo, totalmente solo, aun estando rodeado de gente? Es terrible, no hay ningún sufrimiento mayor que este.

Estoy seguro de que así se sentía aquella mujer viuda cuando llevaba a enterrar su único hijo.

“Un gentío considerable del pueblo la acompañaba”, pero ¿y qué? Ellos se irían luego a sus casas y pronto se ocuparían de sus propios asuntos.

Entonces ella no sabría a quién recurrir, estaría irremediable y definitivamente sola en el mundo.

Gabriel Marcel dice que este es el único problema que no puede soportarse: “Un solo problema tiene el hombre sobre la tierra, y ese es sentirse solo”.

Esa era la situación de extrema angustia por la que pasaba aquella mujer. De repente alguien “se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon)” y le dijo: “¡Escúchame tú, muchacho, levántate!”

Y en efecto, el muerto se levanta y comienza a hablar, y la angustia pasa, y la vida vuelve, y la soledad se desvanece.

Aquella fue la primera vez que el Señor le dio una orden a la muerte.

Y es curioso que lo hiciera sin que nadie se lo pidiera, puesto que aquella mujer no acudió a Él. Fue Él quien acudió a ella. Fue Él quien “tuvo compasión de ella y le dijo: “No llores”.

Veo aquí un excelente retrato de Dios: Dios es compasivo.

Ya que el primer minuto lo empezamos con una pregunta, empecemos el segundo con otra:

¿Le ha sucedido a usted que en ocasiones no puede conciliar el sueño?

Tengo un amigo a quien le sucedió eso un día. Me contó que siendo de madrugada, se despertó, y no podía volverse a dormir. Entonces se le ocurrió hacer algo muy curioso. Se puso a repasar toda su vida, con el fin de descubrir en qué ocasiones Dios había intervenido en ella, aun sin él darse cuenta en ese momento.

Su experiencia, según me aseguró, fue sumamente interesante. Él pudo percatarse de múltiples ocasiones en las cuales Dios había acudido en su ayuda, protegiéndolo, orientándolo, guiándolo, conduciéndolo y, sobre todo, acompañándolo.

Momentos en los que había recibido la ayuda del Señor sin haberla pedido. Sin haberla sospechado siquiera. Y naturalmente, sin haberla sabido apreciar en aquel momento.

Romano Guardini afirma que hay “dos hilos conductores” para lograr saber lo que significa Dios para alguien: uno es la Sagrada Escritura. El otro es la experiencia personal de cada individuo.

Mi amigo encontró este segundo “hilo conductor” en medio de su insomnio.

Él ha empezado a entender a Dios partiendo de su propia vida, y a entender su vida desde el prisma de la intervención de Dios en ella.

Si hacemos como mi amigo, seguramente encontraremos lo mismo: el Señor ha estado continuamente pendiente.

Y si descubrimos que no hemos estado solos antes, sabremos que tampoco estamos solos ahora, ni lo estaremos nunca, porque una cosa es cómo “nos sentimos”, y otra cosa es cómo estamos.

Y podremos oír, desde Isaías 41-10, la voz de Dios diciéndonos: “No temas, que yo estoy contigo; No te agusties que yo soy tu Dios: te fortalezco y te auxilio, y te sostengo con mi diestra de victoria”.

Y podríamos aprendernos este bendito Salmo que dice: “Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el señor”. Salmo 26,14

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