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SENDEROS

Encontrar el sentido del dolor

Cuando hay un desgarre en la vida colectiva o individual es un mandato superior movernos, expandir nuestras fronteras. Resistirse a los mandatos de crecimiento es llamar al sufrimiento por su nombre, es luchar contra la conciencia natural que todo lo ordena.

Los cielos crecen, las galaxias se expanden, en sus genes hay una consigna de grandeza, la conciencia del cosmos habla y ellas obedecen. Cada movimiento, cada expansión significa un rompimiento de esquemas, de condición; un desprendimiento doloroso de lo anterior para llegar a una gloria mayor de vez en vez.

El dolor es un preámbulo de grandes acontecimientos (si se elige), el anuncio de cambios, transformaciones y crecimiento. En cada partícula del universo palpita el ADN de una fuerza creadora y dinámica que genera vida, vida en acción.

La vida viene de la vida, los pensamientos y análisis también surgen de algún lugar, sobre la base de algún planteamiento ya existen o simplemente son una idea que el viento pone en nuestras cabezas con la misma normalidad que da vida a los columpios del parque o a las mecedoras de cualquier balcón, dando la impresión de tener vida propia aun cuando nadie les ocupe. Del mismo modo puede recibir un alma datos del día, de la noche o de una aparente nada que está cargada de vida y significado, y que en un determinado momento de nuestra sensibilidad podemos sintonizar con lo que constantemente tañen los vientos.

A no pocos les aterra la idea de que les alcance la muerte, el dolor, la separación, no es impropio a la naturaleza humana, está presente en toda la creación. Las raíces rompen la semilla; la mariposa, la cápsula; el pollo, el cascarón; el hombre, la matriz. Lo cierto es que no corremos de la muerte, sencillamente ella nace con la vida, porque ella en sí misma no es muerte, sino más bien es vida en otra dimensión del espíritu. Sin embargo hay una forma de permanecer con vida o alcanzar la inmortalidad en esta tierra, desgarrando trozos de nuestra alma y darla a los hambrientos y sedientos de saber.

Se puede tener permanencia en otras personas aun cuando estas no sean conscientes del hecho, parte de nuestras almas pueden adherirse a otras almas y parte de nuestro ser puede crecer en otros sin que perdamos nuestra esencia, llegando a otras generaciones y sobrepasando el umbral no del olvido, sino de la muerte física, que es la ausencia de aliento. Pueden respirar nuestras ideas en otras mentes y latir nuestros ideales en otros corazones.

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