Certificación

Constantemente estamos dando nuestra aprobación y desaprobación, aún sin que nadie nos esté preguntando. Es una manía de “certificar”, como si fuéramos Iso 9001 o ISO 14000 o cualquiera de esas certificaciones. Lo contrario es querer la aprobación constante de los demás, llevándonos a adaptar nuestros pareceres para no “desentonar” o permitiendo que opinen sobre nuestras vidas y hasta nos dirijan.

No somos un dios en el centro del universo para pretender juzgar como bueno o malo lo que sucede a nuestros semejantes, pues cada quien está viviendo de acuerdo a sus circunstancias y conocimientos y actúa de acuerdo a ello. Si camináramos con los zapatos ajenos antes de abrir los labios, la compasión afloraría antes de emitir cualquier juicio. La vista también debe volcarse a nuestro interior para ser pacientes y amables con nosotros mismos mientras hacemos los cambios, que nos lleven a conciliar nuestras propias críticas internas. Cuando aplaquemos la guerra interior, ya no querremos juzgar ni combatir contra nadie.