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REFLEXIÓN

El pastor y sus ovejas

Este domingo el evangelista Juan (Jn.10, 27-30) nos habla de la relación que existe entre Jesús y sus seguidores utilizando una parábola, de muy fácil entendimiento basada en la relación de doble vía, entre un Pastor y sus ovejas.

Este se ocupa de ellas, las conoce por su nombre y las protege. Si alguna se accidenta o se desvía la busca hasta encontrarla, sin permitir que nada ni nadie se la arrebate; la carga en sus hombros, la devuelve al redil, le cura sus heridas, la cuida con esmero, porque son un regalo de su Padre, y la salva. Las ovejas, por su parte, conocen la voz de su pastor, le escuchan y en libertad le siguen, estableciendo una relación de amor y cercanía.

Algunas pretenden no escucharlo y se alejan del Pastor, pero éste siempre las busca. Él no se cansa de buscarlas.

Alguno de nosotros somos como esas ovejas que pretendemos no escuchar la voz de nuestro Pastor. Desviándonos del camino y trazando nuestra propia ruta para alcanzar la felicidad.

Todos formamos una gran caravana de buscadores de la felicidad y en abuso de nuestra libertad, nos hemos convertidos en sordos y nos hemos perdido en el camino alejándonos de nuestra relación con Dios.

Equivocadamente hemos basado la búsqueda de nuestra felicidad en excesos y acciones desmedidas o quizás, en procura de un “mejor camino”, buscamos en el mundo una felicidad basada en “ideales” que no logran llenar nuestras necesidades.

La obtención de una carrera universitaria, un vehículo, una casa o apartamento, la fama, el prestigio y hasta la fortuna toda vez obtenidas, no parecen ser los “ideales” que nos darán la esperada felicidad. Teniendo como resultado que una vez que hemos alcanzando estos “ideales” nuestra vida se vuelve vacía, pareciéndonos que las cosas que vamos obteniendo no pueden llenar nuestro deseo de felicidad.

Hace 28 años, viví la maravillosa experiencia del Cursillo de Cristiandad. Esos tres días, en la Casa San Pablo, fueron suficiente para darme cuenta, que como la oveja perdida, había extraviado mi camino y que Cristo como buen Pastor, no se había cansado de buscarme.

Ese fue el inicio de un camino, de una relación de amor con Cristo y con su iglesia, que me enseñó en tan solo tres días a ser feliz para toda la vida.

¡Hasta mañana en la comunión!

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