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SENDEROS

Voluntad y decisión para encontrar a Dios

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Lesbia Gómez SueroSanto Domingo

Existe un estamento en la psiquis que se comporta como sentimiento, haciéndose evidente a modo de “resignación”. Es a este, al que solemos acudir para acomodarnos con apatía e impotencia, cuando se nos presentan eventos a los cuales no encontramos solución efectiva. Pero más puntual o definido se hace, cuando asumimos estos eventos como determinismo o causa del destino, y con ello nos encerramos en un cascarón anímico, con deliberado propósito de abandonarnos a la suerte.

Sin embargo, hechos que han sido relevantes en la historia del hombre, como crisis sistémicas, de pandemias, como también, periodos difíciles de la post guerra, desastres, cataclismos locales y globales, han presionado al hombre a esforzarse con voluntad para solventar los mismos, a manera de salir de sus efectos no deseados. Esta actitud obedece a que el hombre tiene motorizado en su estructura anímica, emocional, de deseos y mental, un código que funciona como volición o voluntad, que lo impulsa a deshacerse de los atavismos de miedo u otros sentimientos de culpa, que lo esclavizan a patrones de inercia y desinterés para desarrollarse.

Se estima que la voluntad y la decisión es el vehículo por donde se desliza la conciencia para lograr la acción de realizarse. Tanto es así, que de esto se desprende la interpretación que se da a la Creación. Al entender que el primer pensamiento de Dios, se accionó con amor, bien y voluntad; y Dios se diferenció en sí mismo, y creó todos los universos. Por tanto, si no hubiera existido voluntad en Dios, todo habría quedado en un pensamiento en su Divina Mente Universal y Maestra. Observándolo de este modo, es, entonces, que el hombre tiene que moverse con voluntad para alcanzar los niveles supremos y divinos de la conciencia; auscultando la verdad con las enseñanzas dictadas al efecto; como también, auxiliándose con técnicas y disciplinas que logren la transformación interna, y que le permitan además, emanciparse del atrayente ego, que lo sojuzga con subliminales placeres del mundo.

Por cuanto, la voluntad como tal, inhibe cualquier intento de inmadurez en el ser, que tenga actitud de permanecer oculto en las sombras de la ignorancia. Llámese esta intelectual o espiritual; ya que siempre existirá el acicate que motorice la acción como esgrima de conquista y realización. Es importante entonces, disociarse de todos los modelos del psiquismo inferior, a través de lecturas y prácticas espirituales o conductuales, que estimulen, motiven y configuren al ser con autoestima; aun concurra este con dolor y sufrimiento. Asimismo, debe participar con oración devocional, y la observación permanente para no sucumbir a las presiones externas, que dan una lectura falsa al verdadero propósito del hombre en la Tierra. Llevándolo, por tanto, a creer que el placer que experimenta con los sentidos es su realidad; desvirtuando el deber que tiene el hombre de trascender los sentidos ordinarios con voluntad; siendo esto último que permite cristalizar la aspiración de la conciencia de realizar a Dios, como paradigma de felicidad y autorrealización.

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