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REFLEXIÓN

¿Conocemos a Dios?

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Guillermo García Crespo.Santo Domingo

En la lectura de hoy, Jesús tiene 12 años y asiste con sus padres a Jerusalén para la fiesta de la Pascua judía, tal como tienen la costumbre de hacer todos los años.

Sus padres formaban parte del “pequeño resto de Israel”, esa minoría del pueblo de Dios que vivía su fe en la humildad; esos a quienes Dios, a veces, se manifiesta debido a que viven su fe silenciosa y sinceramente.

Algo similar ocurre en nuestro tiempo. La mayoría de los cristianos nunca hemos vivido una experiencia de Dios; un momento de gracia en que hayamos tenido una percepción no solo de su ser, sino de su estar.

La mayoría hemos cumplido con los sacramentos y sabemos “de Dios” pero no conocemos “a Dios”.

Vamos a misa los domingos mes tras mes, año tras año, y la vivimos como algo lejano y breve que ni entendemos ni nos deja llenos de la presencia de Dios en nuestras vidas.

Vivimos encerrados en la prisión con la puerta abierta que es la comodidad moderna.

Así criamos familias tan alejadas de Dios como lo estamos nosotros. Y el mundo sigue su curso y los años pasan sin que nos demos cuenta de que la puerta de la prisión llena de distracciones, entretenimientos y pasatiempos ya no está abierta porque el tiempo ha pasado.

Hoy día, igual que en tiempos del niño Jesús, una minoría de los bautizados vivimos nuestra fe y nos sentimos llamados por el Señor que nos creó.

¿Por qué somos una minoría? A menudo la respuesta es que la mayoría no conocemos a nuestra iglesia católica.

No conocemos su inmensa variedad y profundidad de ministerios, como por ejemplo, el Movimiento de Cursillos de Cristiandad; un ministerio dirigido y ejecutado por laicos cuya obra cumbre es el Cursillo de Cristiandad, diseñado para sembrar momentos de gracia llenos de felicidad en el Señor, como los que yo he vivido, en las vidas de cristianos sanos y buenos como tú que lees esta columna.

Estas experiencias me han permitido vivir en otro país sin viajar al extranjero.

El mundo es diferente cuando transmito que siento el amor de Dios en mi vida. Me ha hecho mejor persona.

Todos en el Movimiento tuvimos un pasado en el que vivíamos como tú ahora; es por eso que todos estamos a tu servicio para ayudarte en tu camino. No dudes en llamarnos.

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