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SENDEROS

Nacer de nuevo es resucitar…

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Thany Matos de SucartSanto Domingo

Muchas veces en el dolor de recorrer el camino nos vamos acostumbrando al dolor, un dolor que muchas veces se traduce en que las heridas se sanan y los golpes no hieren. El dolor es solo otro tiempo en la inexorable batalla de ser cada uno en sus virtudes y sus defectos, y a eso casi nadie se acostumbra, solo si se hace conocedor de cómo se liberan las traiciones, las situaciones una y otras vez repetidas en el tiempo. El tiempo parece muchas veces impugnable en su obtuso pasar, pero es solo otro andar en un camino que ya hace tiempo se transitó a lo largo y lo ancho; ahora toca ver y esperar, sabiendo que el mensaje está en la puerta, solo que ahora es que se tiene la luz para contemplarlo. Dios no se muda para nadie, en lo alto o en lo bajo, sirve en el mismo lugar de siempre. Es el único lugar donde buscar, esperar y saber que siempre se va a recibir, y vaya que se recibe! Se recibe cuando ya no hay nada que se pueda dañar o miedo que se pueda engendrar, en este tiempo donde solo nos queda el amor. “Yo he amado y les digo que es el arma más poderosa, la he usado y he vencido. El vencido y el vencedor he sido, no más luchas, la batalla terminó”. Qué decisión, pero llegaron las glorias para el vencedor, el Señor habló, y su mensaje me envió. Qué experiencia cuando el amor se desplaza a través de una excelsa conciencia que dice que “el Amor ganó”, que es lo que hoy se celebra, la gracia de amor a través de un Cristo que por amor venció el dolor; que enseñó cómo es el amor, sin importar el dolor, ya el dolor fue vivido, ahora la enseñanza es que se surge en el amor desde cualquier dolor. Se resucita de la pesada carga del sufrimiento del tránsito de la vida a través del amor compasivo del hombre para el hombre, tú. Pensar que en su corta vida Jesús vivió todos los padecimientos que ahora aquejan al mundo, y enseñó cómo vencerlos con un espíritu de amor más allá de las formas y las materias. El grado de ahora y aquí es solo el calor que se le pone a no encontrar el amor dentro de la copa, el divino espíritu de la resurrección. Cada año una celebración en la misma base fuerte de la resurrección, pero se debe poner un escenario distinto, otro logro distinto al anterior, así cada año seremos el fuego sagrado que surge de sus cenizas, resurgiendo en un nuevo corazón Crístico. La belleza de estas celebraciones, es recordarnos que todavía tenemos nuevas oportunidades de ser el humano divino que vinimos a manifestar. Un mensaje tras otro el Señor me envió, es una fuente, un caudal, siempre lo supe, solo tenía que esperar, el mensaje ya llegó. “Dios bendito, eterno creador por amor a tu hijo, hoy soy un vencedor”.

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