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REFLEXIÓN

Vivir y servir

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Mayra Báez de JiménezSanto Domingo

El Evangelio de San Marcos (1, 29-39) nos narra que la suegra de Simón estaba en cama con fiebre y los discípulos de Jesús le avisan, esperando que Jesús tenga misericordia. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y la suegra de Simón se puso a servirles. La mujer, después de ser sanada, demuestra su gratitud sirviéndoles a ellos. A través del sacramento del Bautismo también nosotros hemos sido sanados, ungidos por el Espíritu Santo sanador, que nos guía, nos fortalece. Y como cristianos, ¿cómo no ser agradecidos y demostrarlo sirviendo a Jesús, nuestro Señor? Jesús aquél día curó a muchos enfermos de diversos males, expulsó a muchos demonios. Por consiguiente, al amanecer los discípulos al encontrarlo apartado orando le dijeron: “Todo el mundo te busca”. Él les respondió: “Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas para predicar también allí, que para eso he salido”. El Evangelio nos muestra claramente cómo la muchedumbre buscaba de Jesús, porque necesitaba a Jesús. Habían oído lo que él podía hacer en sus vidas. Agradezco a Dios la oportunidad de, a través del Cursillo de Cristiandad reencontrarme con Él hace ya muchos años, para afianzar la fe que ya había sido puesta a prueba y reconocer la importancia de la oración, acompañada de la acción. Lo maravilloso que es tener a Dios como el centro de vida. Nosotros como cristianos debemos ser hombres y mujeres de oración. Vivimos en tiempos muy difíciles y necesitamos de la ayuda de Dios para superar los obstáculos que se presentan. Dios nos da las fuerzas necesarias para enfrentar el día a día. Nos proporciona plena confianza cuando depositamos en sus manos nuestra familia, nuestras intenciones. ¡Tenemos tanto qué agradecer! Y hay tantos necesitados de conocer la grandeza de Dios. Con los innumerables compromisos de estos tiempos, me he detenido a analizar cómo es mi vida de oración y de qué forma está unida al servicio, a la acción. La suegra de Simón en el evangelio de hoy hemos de tomarla como modelo perfecto: Jesús la ha sanado y ella comienza a servir. En este año que apenas comienza, hagamos el propósito de acercarnos más a Dios. Él con nosotros quiere hacer lo mismo: Acercarse, tomarnos de la mano, ponernos de pie, para que nosotros hagamos lo que hizo aquella mujer: Actuar! No sólo rezar, sino también actuar! No vivir sin servir! Servir en el reino de Dios con un corazón agradecido.

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