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SENDEROS

Soltando relaciones tóxicas

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Lesbia Gómez SueroSanto Domingo

Se dice “que no hay peor soledad, que la acompañada”, y es que hay compañeros y acompañantes que son tóxicos por lo absorbente de su comportamiento, produciendo extremas sensaciones de placer con dolor, convirtiendo a sus parejas en víctimas pasivas de su morbo pasional. Pero, se conoce que en todo esto hay una actitud psicológica que la focaliza, por aquello del Síndrome de Estocolmo, que le impide salir del estado de esclavitud del sentimiento a que se somete. Y es que hay una expresión de que “el reo se acostumbra al grillete que lo aprisiona”; como otra que reza “que no se olvida a quien hace más sufrir”, y es que en lo interno de la psique se produce una patología insana, que obnubila y anula la voluntad de accionar y escapar, pero a todo esto se agrega el comportamiento del subconsciente en el Ser, con mecanismos de defensa, que aísla el problema y lo justifica como una adicción. A esto se le puede dar una respuesta efectiva, diciéndole a una foto de la pareja: “Nací sin conocerte, puedo vivir sin ti”; decretándolo con firmeza, y sacando del interior todo lo que se ha acumulado, todo aquello que, impotente y con temor frente al victimario (amado), no se atreve a echarlo en cara, y que, consecuentemente, incuba un sentimiento de inseguridad, afectando sensiblemente con falta de motivación para seguir viviendo. Desafortunadamente, relaciones como esas se tornan en tormentosas y enfermizas. Arropan con impulso capaz de quitar la vida, arrastrando a los hijos, que inmolan con el mayor desprecio para contribuir con más daño a la víctima. Estas personas exhiben un perfil bipolar del comportamiento, unas veces con alegría y buen humor contagiosos, y otras veces, al desenvolver sus pasiones del bajo mundo de su conciencia, se convierten en obsesos del deseo para concluir con maltratos. Hay tratados de conductas que afirman que el hombre, como género, transfiere del desarrollo integral de la familia en el hogar los patrones de conductas a su edad adulta, y es en consecuencia que estas actitudes patológicas son reductos del atávico modelo de familia con plataforma de malformación de abusos, violaciones y maltratos. Por eso la exhortación temprana a dejar atrás cualquier relación disfuncional o de carácter emocional traumático. Es cierto que el proceso de separación es doloroso, pero es un duelo que se debe asumir; es como desprender parte de la intimidad compartida con otro ser, que te vendía la idea y compromiso de que eran “mentes gemelas”, y sí que lo eran, pero en su mente, para alimentar su conducta de maldad mórbida. Hay que hacer una forma mental para este tipo de relación a término, y es que ese compañero (a) es difunto (a) ya, por eso del duelo, y entender que todo tiene que continuar con mejores oportunidades de vida, comprometiéndose con un nuevo esquema o modelo de desarrollo; incursionando además en el campo del espíritu, quien hace un llamado, y que con ayuda de consejeros y mensajes positivos te dice: “no estás solo (a)” “Jesús es el amigo que nunca falla”, “búscalo”.

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