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REFLEXIÓN

Acampó entre nosotros

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Teresa Valenti Batlle M.C.J.Santo Domingo

Él era la Luz. Juan afirma la existencia del Hijo en Dios desde el Principio, y esta Luz sobre el origen de Jesús ilumina todo el Evangelio de Juan. Hijo eterno de Dios hecho hombre, no vino solo para enseñar, sino para transformar la creación. Con Jesús se abren los tiempos nuevos. Todo el Evangelio de Juan trata de demostrar que Jesús es tanto el Cristo (o el Mesías) prometido por la Escritura, como el Hijo de Dios que ha nacido del Padre y puso su tienda entre nosotros.”Acampó” el “Verbo”, la “Palabra” era Dios. Dios ES; el Verbo ERA; JESÚS dice: “YO SOY” (Jn 13,19). Notemos la importancia del verbo ser. Cuando Juan se refiere al universo y a los hombres emplea otro verbo que se traduce por existir. Para Juan únicamente la eternidad ES, los humanos no, pues llegan a la existencia (Jn 8-58). El VERBO se hizo carne. Juan no dice “se hizo hombre”, tomó sobre sí nuestra condición humana y material y murió en la cruz. “Habitó entre nosotros” “acampó”, puso su tienda. Sin duda Juan alude a la tienda que era la morada de Dios en el desierto(Ex 33,7-11). El Hijo de Dios hecho hombre será un templo tan humilde y frágil como la tienda del desierto, pero en Él se encuentra la plenitud de Dios. En Jesús todo era don de amor y verdad. La Biblia dice que el amor (favor o gracia) y la fidelidad (o verdad) son dos cualidades esenciales de Dios (Ex 34,6-7) y se repiten como un refrán en el salmo 89. Juan quiere afirmar que Dios se dio plenamente en Jesús. En la liturgia de hoy, saboreamos todo el significado de la NAVIDAD. La Luz de Navidad que es la Luz de Dios quiere iluminarnos interiormente para poderla irradiar. El prólogo de Juan, que hoy leemos, es fruto de una larga y profunda reflexión sobre la persona de JESUCRISTO. Y sobre el significado de su encarnación. Dios se comunica con nosotros de manera definitiva en la persona del Hijo, y nos ofrece el regalo de ser también hijos suyos. Recibimos de Él : la LUZ, la VIDA, junto con el deseo de ser testigos de ello. Somos invitados a “poner nuestra tienda”. A “acampar” entre todos sus hijos. Experimentando las palabras de Juan, seremos plenamente humanos como JESÚS lo fue; siguiendo sus huellas divinas, responderemos al deseo de Dios que “nos creó a imagen y semejanza suya”.

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