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REFLEXIÓN

A Dios y al César

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Susy Isaac de LangaSanto Domingo

En el evangelio de hoy nos muestra cómo los fariseos hicieron un plan para hundir a Jesús con sus propias palabras y enviaron, junto a discípulos suyos, algunos partidarios de Herodes con la finalidad de obtener de nuestro Señor Jesucristo una respuesta provocativa con respecto a los impuestos pagados al César. La respuesta de Jesús fue contundente, “Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Nos queda muy claro que Jesús, a lo largo de su vida, nunca provocaba en sus predicaciones ni estimulaba a los ciudadanos a actos de rebeldía o desobediencia. Él nos enseña con esta experiencia que la vida espiritual no tiene por qué estar reñida con la correcta aceptación de las reglas de convivencia en la sociedad. En nuestras vidas, muchas veces podemos tener dudas en ciertas decisiones que tenemos que tomar tanto en nuestras familias, como en el mundo laboral. Cuando tratamos de parecernos a Jesús, sólo debemos tener presente, ¿qué haría Jesús en mi lugar? Gracias a los Cursillos de Cristiandad obtenemos muchas herramientas para encontrar la respuesta adecuada en cada disyuntiva. El estudio de la Palabra, los grupos de oración, las charlas a las que asistimos y nuestra comunión diaria con el Espíritu Santo a través de nuestros momentos íntimos de oración; además de la práctica regular de los Sacramentos, no permitirán jamás que dudemos en elegir siempre lo que a Dios corresponde. En mi opinión, vivimos en un mundo con demasiadas distracciones; la tecnología, las necesidades económicas y tantas noticias negativas que a diario leemos en los periódicos; lo cual nos puede apartar y hasta confundir del verdadero camino para el que estamos destinados en este tiempo que nos ha tocado vivir. ¡Actuar, como Jesús actuaría exige fortaleza, valor y discernimiento! La única forma que veo posible para no dispersarnos es darle a Dios prioridad cada día por medio de la oración, la lectura de la Biblia o la Santa Comunión. Te invito a cambiar como yo cambié. Solo así estaremos seguros de cambiar al mundo; un mundo en el que estamos comprometidos con las generaciones futuras, para dejarles algo mucho mejor de lo que tenemos hoy día. Cuando Dios ocupa el primer lugar en nuestras vidas, cuando Él es el Centro de nuestro Hogar, jamás dudaremos en darle a Dios lo que es de Dios y al mundo, lo que es del mundo!

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