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DOS MINUTOS

El secreto escondido

Hoy es el día de los Padres. Los que los tengan vivos, háganles el mejor regalo: díganles: “te quiero, papá”. Ninguna otra cosa lo hará sentir mejor

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Luis García DubusSanto Domingo

Mateo 13, 44-52 A eso de las dos de la tarde, en medio de un molesto calor sofocante, iba mi amigo M.D. camino a su oficina. Por suerte para él, su carro tiene un buen aparato acondicionador de aire, aunque ni aun esto parecía ser suficiente para hacerlo sentir cómodo. Mientras esperaba que un semáforo rojo cambiara a verde, alcanzó a ver en una esquina a un hombre que cargaba cosas en un triciclo. Le reconoció: era su amigo Francisco, así que bajó el vidrio y lo saludó amablemente. Al oír el saludo y ver a M.D., la cara de Francisco pareció iluminarse: “¡Hola, amigo! ¡Qué gusto me da verlo!”, le dijo, mostrando una enorme sonrisa. A M.D. le llamó la atención la alegría de Francisco, cuyo triciclo, naturalmente, no tenía acondicionador de aire. Luego, cuando arrancó en su carro, observó por el espejo retrovisor aquella figura jovial y risueña diciéndole adiós animadamente con ambas manos. Me contó M.D. que Francisco ese día, sin proponérselo, le ayudó a hacer un descubrimiento fundamental, y es el siguiente: La felicidad no depende de lo externoDigo que este es un descubrimiento fundamental, porque, quien no ha descubierto esto vive afanado dando palos en el aíre, y quejándose de todo y de todos. ¿Cuál es entonces, la única auténtica fuente de la felicidad? ¿Qué era lo que había descubierto Francisco...? El evangelio de hoy (Mateo 13, 44- 52) nos da una respuesta sumamente sencilla. Tan sencilla, que las personas complicadas no pueden entenderla. Solo los sencillos como Francisco. Dice que un hombre descubrió un tesoro escondido en un campo, y “lleno de alegría, fue a vender todo lo que tenía, y compró el campo aquel” (Mateo 13,44). Según esto, la clave de la alegría es algo que hay que descubrir, porque está escondido. Pero hay algo más: también, según esto parece, lo que causa la felicidad no es tanto lo que uno tiene, cuanto lo que ha llegado a saber que tendrá, porque el hombre estaba feliz porque ya había encontrado el tesoro, aunque todavía no lo poseyera plenamente. ¿Puede haber algo más valioso que esto...? Pido a Dios que nos ayude a usted y a mí a descubrir este tesoro escondido cada día más plenamente, tanto con la mente como con el corazón. Nota: Hoy es el Día de los Padres. Los que lo tengan vivo háganles el mejor regalo: díganle: “te quiero, papá”. Ninguna otra cosa lo hará sentir mejor. Y estemos alegres con él hoy, porque la mayor felicidad de un padre es ver a sus hijos alegres y unidos. Entretanto, pidámosle hoy a nuestro Padre Dios que nos ayude a descubrir el tesoro escondido de su amistad íntima, fuente de la única auténtica alegría. LA PREGUNTA DE HOY ¿Qué beneficio inmediato recibo yo de recibir el regalo del reino de Dios?El gran beneficio inmediato es nunca más estar solo. Quien recibe la vida de Dios puede contar con su Presencia en cada momento, y empieza a descubrirlo en lo cotidiano, en las cosas más personales, en los acontecimientos más sencillos. Y desarrolla una constante comunicación íntima. “¡Qué contrarios a los sentimientos de nuestra naturaleza son tus palabras, Señor! Sin la ayuda del Espíritu Santo no solo no podríamos ponerlas por obra, sino ni siquiera entenderlas”. Teresa de Lisieux.

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