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REFLEXIÓN

Jesús dame un nuevo corazón

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Carmen Dilia de EscobarSanto Domingo

Cuando leo este bello Evangelio cierro mis ojos para imaginar la narración del evangelista Mateo: Jesús sentado en una barca a la orilla del lago, la gente entregada al momento tan especial, sin ruidos, sin distracciones, sin afanes; querían ver, escuchar, sentir y entender el mensaje de Jesús, tanto era la necesidad que dice Mateo que se mantuvieron de pie por mucho rato escuchando a Jesús hablarles en parábolas. Veían, pero no entendían, escuchaban y por sus oídos entraba este bello mensaje a su interior, pero no pudieron sentirlo y guardarlo en su corazón como hizo nuestra madre María en su bella y dolorosa misión de ser la Madre de Dios; no fue posible porque dice Jesús que estaba embotado el corazón de esa gente... ¿Estará así nuestro corazón, endurecido, resistente a la verdad, lleno de amarguras, de egoísmos, lleno de afanes, de cosas y de dudas? ¡Qué bien conoce Jesús nuestro corazón!... Cuando dice citando al profeta Isaías “Oirán con los oídos sin entender, miraran con los ojos sin ver, porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos, para no ver con los ojos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure”... ¡Jesús quiere curar nuestro corazón! No es solo acercarnos, ver, escuchar y creer el mensaje, debemos curar nuestro corazón, despojarlo de odios, de apegos, de mentiras y falsedades para que esa siembra que hace Jesús en el terreno de nuestra vida germine y produzca frutos de amor y esperanza. Luchemos por un corazón creyente, cimentado en el conocimiento de la verdad, para que los ambientes no arrasen con la buena siembra. Necesitamos un corazón firme y constante para no sucumbir ante las dificultades de la vida. Nuestro corazón debe ser humilde y pobre, desprendido de las cosas materiales para que los afanes y riquezas de este mundo no lo seduzcan sepultando esas buenas semillas que caerán en él. Amadísimo Jesús, convierte mi corazón de piedra en un corazón de carne, capaz de sentir las necesidades de mis hermanos que sufren y necesitan de mí. Darme un corazón limpio para ver tu rostro en el rostro de los que me rodean. Me prometiste en un cursillo de cristiandad que ibas a llenar mi cabeza de luminosas ideas y mi corazón del fuego de tu amor, desde entonces arde mi corazón.

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