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DOS MINUTOS

Los cuatro grupos

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Luis García DubusSanto Domingo

Mateo 13, 1-23 Le tengo una buena noticia. La encontrará usted al final del segundo minuto. Mientras tanto, permítame decirle algo. Hoy domingo, en todo el mundo, leerán y escucharán el evangelio cientos de millones de personas. Sin embargo, tan enorme cantidad de gente se podría dividir en sólo cuatro tipos o categorías. Voy a darle una rápida descripción de cada uno de estos grupos, para que después, si usted quiere, pueda determinar privadamente en cuál se encuentra. En el primer grupo se encuentran los que están y no están. Su mente está tan distraída que no escuchan nada de lo que se lee o se habla en la misa. Y por supuesto, si no escuchan, mucho menos entienden. El segundo grupo está compuesto por personas de excelente “reacción rápida”. Ellos oyen la Palabra, les gusta, y se alegran. Pero esta misma noche usted les pregunta qué mensaje sacaron de la misa de hoy, y ya no recuerdan nada. En este grupo hay mucha gente “buena”. Las personas del tercer grupo escuchan y entienden. Ellos no tienen nada de tontos. Incluso salen con alguna idea y quizás con algún propósito. Pero son gente muy ocupada. Mejor dicho, muy preocupada, con muchos asuntos. Y cuando esos asuntos chocan con la Palabra, ellos no se atreven a optar por esta; les falta valor para atreverse a creerle y a confiar más. (Quizá si se lo pidieran al Señor...). Finalmente las personas del cuarto grupo son las que escuchan el mensaje, y lo entienden. Son las únicas que sacan beneficio. Son las únicas que aprovechan la Palabra de Dios para su propio bien y el de los que los rodean. Las únicas que reciben la buena noticia. Estas cuatro categorías están descritas en el evangelio de hoy. Le llaman las parábolas del sembrador. Para mí, el Señor habla en parábolas porque no desea obligar a nadie a entender o creer. Entiende y cree quien quiere. Quien no quiere, ni escucha, ni entiende ni cree. Entretanto, la Buena Noticia que le tengo es esta: si usted ha leído hasta aquí, es una señal de que probablemente pertenezca al cuarto grupo. La pregunta de hoy ¿Puede una persona que esté en cualquiera de los tres grupos pasar al cuarto? ¡Por supuesto! Lo único que se requiere es asumir una nueva actitud ante la palabra de Dios... Y eso puede decidir hacerlo cualquier persona, en cualquier momento. Se trata sólo de detenerse y escuchar, escuchar con sencillez. Y nada más, porque: La palabra de Dios sólo se entiende de rodillas. Es decir, que hay que escucharla o leerla con reverencia, con respeto al misterio, con capacidad de asombro. Quizás sea por esto que la gente sencilla la entiende con mucho mayor facilidad. También podría decirse que sólo entiende quien tiene el deseo de entender y, en consecuencia, abre su corazón para que Dios se la pueda explicar en silencio. De todas formas, lo importante es saber que la fuerza está en la palabra misma, al igual que la vida está en la semilla. La tierra, o sea yo, solo tiene que recibirla sin resistencia, y ella hará su efecto, transformando poco a poco mi vida en una existencia con sentido, y con frutos de paz, amor y alegría.

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