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SENDEROS

El crisol de los valores

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Lesbia Gómez SueroSanto Domingo

Últimamente el hombre participa de manera muy puntual en una procesión de crisis con diferentes denominaciones; y desde luego las mismas están socavando los estamentos espirituales, psíquicos, físicos y de la sociedad en sí, creando con ello una fuerte apatía e impotencia en aquellos sectores de la sociedad interesados en derribar los monumentos erigidos a la hipocresía; que en franco connubio con la corrupción están arropando sin piedad al hombre. Hay que estar conscientes que todo esto tiene por común denominador la falta de valores, principios éticos y de moralidad, los que deben acrisolar la conciencia del hombre y de los pueblos como nación. Sin embargo, la inveterada estructura de los modelos del atávico instinto heredado lo hace harto difícil, por no decir imposible, suspender la galopante y arrogante carrera delictiva de sus poderes. Como corolario a esto, sólo con una actitud decidida, y fundamentada con principios de servicios y amor, con prominente fe de Cristo, se podrán detener los efectos corrosivos en la base de las sociedades y de sus sistemas normativos. El Maestro Jesús dijo, y se infiere que con mucho sentimiento: “Este pueblo con los labios me alaba, más con sus actos –farisaicos- me separan”. Con esto se demuestra la incongruencia entre lo que se predica y lo que en actos se expresa. Se sabe, que sólo Dios conoce el corazón del hombre, y con ello la sinceridad con que se acciona en la vida –conductas- , asegurando por demás que no todo el que dice: “‘Señor, Señor’ entrará al Reino de los Cielos”. ¿Por qué hablaba así Jesús? Ha de entenderse por lógica clara que el verdadero discípulo, como devoto sincero, deberá separarse de los placeres y gozos del mundo. Que con verdadero fervor tome la cruz y lo siga sin el lastre de los apegos y los deseos. Por tanto, con el actual estado de conciencia en que se desenvuelve el hombre corriente, le es muy difícil desvanecer las apetencias ordinarias de los sentidos, si no existe en él una verdadera voluntad y decisión de transformarse; aun cuando esto lo comprometa a sufrir los efectos de sufrimientos, consecuentes de causas que generó para obtener el disfrute de los mismos. Consciente de todo esto es que el hombre tiene la responsabilidad de crear una plataforma real de valores humanos y espirituales que lo encaminen a realizar y proyectar los postulados de Cristo inherentes en su Ser, que lo definen como una entidad autorrealizada, y aportar con ello al mejoramiento de las sociedades del mundo, y den expresión virtual a sus sistemas normativos para la seguridad social, y una fraternal convivencia con todos los géneros de vida que pueblan este nivel de conciencia del plano experimental de realización y gozo, fundamentos que se hacen ostensibles en el desarrollo integral en todo contexto humano-social. Es necesario que cada uno desde su púlpito particular, familiar y de sociedad nos hagamos compromisarios a dar impulso al Evangelio de Amor y servicios, el más grande legado dejado por el Inmenso Maestro Jesús. “Ama a todos, sirve a todos”.

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