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DOS MINUTOS

Paz interior

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Luis García DubusSanto Domingo

El hombre estaba llorando. Había llegado a mi oficina para una entrevista de evaluación y asesoramiento.

No tenía ni media hora sentado frente a mí... y estaba llorando.

Me impresionó y me movió a compasión, pero, sinceramente, no fue para mí algo extraño ni sorprendente.

No era la primera vez que presenciaba cómo una persona de gran apariencia externa, con éxito social, empresarial y económico, más dos o tres grados universitarios en su haber, no podía sin embargo, soportar un interior lleno de ansiedades, contradicciones, dudas, miedos y dolor.

Parece que ese fuera el común denominador en esta época de tensiones, prisas y competencias: la falta de paz interior.

En el evangelio de hoy (Juan 20, 19-23) está la narración de la aparición o el encuentro más importante del Señor “a los doce”, también narrado por San Pablo en la 1ra Cor. 15,5. Si usted lo lee, verá que la primera frase que el Señor les dice es esta: Paz con ustedes.

“Dicho esto, les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor. Jesús repitió: paz con ustedes”. (Juan 20, 20) Esta paz que el Señor llama “mi paz”, es un don, un regalo, no un premio que ellos habían merecido.

Es algo que Él ha logrado, y está deseando compartir con ellos, con usted y conmigo.

Y es un bienestar interior único que ninguna otra cosa puede proporcionarnos.

Hoy es el día de la man i f e s t a - ción del E s p í r i - tu Santo, y esa paz lo acompaña. Él es quien dice: “Si aprendes a escucharme te liberaré de muchas ansiedades y temores.

Tus dudas y frustraciones serán resueltas.

Tendrás paz”.

(George E. Schulhoff A.H.S.) Es que “la presencia del Señor produce siempre paz”.

Esa paz es un fruto, precisamente, de la acción del Espíritu Santo. Aparece señalado en el tercer lugar en Gálatas 5, 22-23. El primero, y más importante, es el ágape, o amor incondicional y gratis. Esto es algo imposible para el corazón humano, que siempre reclama merecimientos (es condicional) y respuesta (no es gratis).

Pero puede recibirse como regalo, como participación del amor de Dios.

Esa es nuestra esperanza, y: “Esa esperanza no defrauda, porque el amor que Dios nos tiene inunda nuestro corazón por el don del Espíritu Santo”. (Romanos 5,5) Hoy es un buen día para que nuestra vida comience a ser una aventura: la aventura de dejarnos hacer felices mientras somos acompañados y conducidos por el Espíritu del amor, del gozo y de la paz.

La pregunta de hoy ¿Cómo se consigue recibir este Espíritu?Esto es algo que uno no tiene que merecer ni pagar, sólo pedirlo en privado y en secreto, “encerrado en su cuarto” (Mateo 6,6).

Sobre esto, permítame transcribir un párrafo según lo cita Thomas Keating: “Jesús dijo: Bueno, si ustedes saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? Este es un texto tremendamente importante. Si recibes este regalo no necesitarás nada más...” “Entra hasta el fondo del alma, Señor, y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro”.

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