Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

DOS MINUTOS

No es sentir, es hacer

Puede que su amor por Dios no sea sensible, pero sea real. Y también puede que sea sensible, pero no real. Lo que importa es lo primero.

Avatar del Listín Diario
Luis García DubusSanto Domingo

“Yo no me siento con derecho de poner mi problema en manos de Dios”, me dijo Manuel. Esta frase, dicha por un amigo a quien iban a operar de vida o muerte, era una expresión verdaderamente triste. Estábamos solos en la habitación del hospital, de modo que pude hablarle francamente, como nunca lo había hecho. Le recordé quien era él. Un hombre honrado, responsable y sano. Pero no solo eso, él también era una persona sensible frente a las necesidades de los otros, habiendo ayudado a todo el que podía. ¿No era cierto eso? “Sí, es verdad -me contestó Manuel-, pero no me siento ser un hombre religioso”. “¿Y qué entiendes tú por “hombre religioso?”, le pregunté. “Por ejemplo -me dijo-, sé que en la Biblia dice que hay que amar a Dios. Pues yo, sinceramente, no siento que amo a Dios”. Esta declaración de Manuel me recordó algo que había leído, así que tomé una Biblia que había en la habitación y le leí una frase que aparece precisamente en el evangelio de la misa de este domingo.(Juan 14, 15-21). Dice el Señor hoy: “El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama” (Juan 14,21). He aquí una declaración rotundamente clara acerca de qué es lo que significa amar a Dios. Manuel comprendió que si bien no amaba a Dios sensiblemente, sí lo amaba realmente, verdaderamente, efectivamente. El vio algo que nunca había visto. Comprendió que la fe no se mide por lo que se siente; se mide por lo que se hace. Hay mucha gente como Manuel. Piensa que Dios lo está continuamente acechando y acusando. Esto es un tremendo error. Lo que Dios dice al hombre es esto: “Si alguien te ataca no es de parte mía” (Isaías 54,15). Puede que su amor por Dios no sea sensible, pero sea real. Y también puede que sea sensible, pero no real. Lo que importa es lo primero. La pregunta de hoy ¿Qué hay que hacer para merecer el amor de Dios? Lo mismo que tiene que hacer un niño de cuatro años para que su mamá lo quiera: nada. El amor de Dios a usted y a mí no es algo que hay que ganarse. Dios lo ama porque usted es su hijo: su amor es incondicional y gratis, al igual que el de una madre, o incluso mayor, según Él mismo dijo: “¿Puede una madre olvidarse de su hijo, pues aunque ella te abandone, Yo nunca te abandonaré”. Hoy es el día de su mamá Lo más parecido a Dios en este mundo es una madre. Ninguna otra persona estuvo o está más pendiente de usted que aquella que lo llevó nueve meses en su vientre. Ninguna otra lo protegió tanto como ella lo hizo. Hoy es el día de decirle gracias.Hoy es el día de un abrazo de agradecimiento al amor desinteresado. Más que nada, hoy es el día de hacer una oración por ella desde el corazón. Nota: Un artículo parecido a este fue publicado hace doce años. Lo he repetido en parte, porque mi querido amigo Papías me dijo que le había servido de mucho.

Tags relacionados