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REFLEXIÓN

Docilidad cuando se sufre

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Teresa Valenti Batlle, M.C.J.Santo Domingo

La Palabra de Dios entra siempre por los oídos; para ello es necesario ser proclamada, ser predicada, ser explicada, y ser interiorizada. Un corazón abierto la acoge y Dios hace lo demás. En la liturgia de este Domingo, Jesús nos habla de pastores, ovejas y puertas. Ser pastor es tener la responsabilidad de guiar, de conducir al pueblo y a la comunidad. Ser pastor es elegir los pastos más adecuados para el rebaño. Curar heridas, tratar con mayor cariño a las flacas y a las recién paridas, cargar sobre sus hombros a los que lo necesitan, defenderlas del peligro, si se presenta, incluso con su vida. En el vivir cotidiano nos encontramos con situaciones en que por nuestro bautismo se nos pide acoger las actitudes del pastor. Estas son las de Jesús. Él es la puerta de acceso para los cristianos y para todo el que quiera entrar y formar parte de la familia. Las ovejas escuchan, reconocen su voz y la siguen; así el rebaño va creciendo y en esta familia cristiana se dan las posibilidades de vivir la docilidad al sufrimiento. ¿Qué significa ser dócil al sufrimiento? Jesús es la respuesta. Él puede rechazar el sufrimiento pero no lo hace. Puede evitarlo pero se somete a él por amor a todos. Acepta la pasión porque ha hecho de su vida una ofrenda. No busca su bien, no rechaza el dolor, lo ofrece para que sigamos sus huellas. Jesús muerto y resucitado es el paradigma viviente para todo el que quiera seguirle. A este Domingo, cuarto después de Pascua, le llamamos del “Buen Pastor”, esta fiesta nos recuerda que Jesús conduce nuestras vidas respetando nuestra libertad. Él es la puerta para acceder al rebaño. Habrá muchos que estarán cerrados a su voz, lejos de su Palabra; escucharán otras voces y las seguirán, pero aunque ellos no busquen al Pastor, Jesús les saldrá a su encuentro. Llegará un día en que todos seremos partícipes de la Mesa del Reino. En ella nos sentaremos todos, cualquiera sea su raza, color y procedencia. Jesús es lo contrario a un contable que cuenta y recuenta y al final cuadra el balance como quiere, o como puede. Los cercanos a Jesús saben de situaciones límite; viven emergencias espirituales que no les dejan quedarse cómodos, sentados, como si estuvieran esperando que el telón se corra para presenciar la escena. No, los que saben de utopías viven el presente con dinamismo y esperan otro futuro distinto, se implican, “se mojan”.

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