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REFLEXIÓN

Estén atentos a la trampa

El Evangelio según san Mateo 4:1-11 nos narra las tres tentanciones a que fue sometido Jesús por Satanás. Nos encontramos con uno de los relatos más misteriosos e incomprensibles de los evangelios. El príncipe de la mentira se atreve a tentar al hijo de Dios, aún a sabiendas de que estaba lleno del Espíritu Santo. Lección: antes de empezar una tarea debemos estar preparados y fortalecidos espiritualmente para no caer en la trampa. Estar llenos de Dios no nos exime de ser tentados por el demonio. El diablo aprovecha los momentos de nuestra debilidad física y espiritual para que satisfagamos un deseo pasajero. 1.Tentación: Convertir la piedras en pan. Jesús, dándonos el mejor ejemplo de triunfo en medio de la tentación, hizo uso de la Palabra de Dios (“Escrito está...”). Sin duda que la seducción en medio del hambre de cuarenta días es maliciosa, ya que Satanás le propone a Jesús poner a prueba todo su poder para vencer el hambre. “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios” 2. Tentación: Tiene que ver con el poder del mundo. Mucha gente es tentada a caer en la trampa del enemigo a cambio de tener poder y riquezas sin importar cómo. Jesús, ante esta situación gravísima, responde: “Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y solo a él servirás” 3.Tentación: Desmuestra que eres hijo de Dios. Los cristianos muchas veces nos encontramos ante la disyuntiva de escoger entre lo espiritual y eterno o lo material y perecedero. Muchos buscan lo segundo y forman sus propios “reinos” de fama y dinero.En medio de esa debilidad, Jesús saca fuerzas, responde con la misma Escritura:“Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios”. Al salir del Cursillo de Cristiandad, mi temor era enfrentar las tentaciones que el maligno nos somete, pintadas tan llamativas y acogedoras. Lección aprendida, llenarme del Espíritu de Dios y mantenerme unido a una comunidad que me permitiría seguir creciendo en la fe, que haría más difícil dar lugar a estas trampas del enemigo, quien acecha sin piedad, aprovechándonse de nuestra debilidad carnal. Han pasado 28 años, damos gracias a Dios que no nos deja solos, sino que en medio de la tentación nos asegura que él siempre tiene el control y nos provee una vía de escape. La clave, estar atento a la trampa.

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