Nuevo orden social

Con las palabras de Jesús en las bienaventuranzas se instaura un nuevo orden social, pues estas tienen como consecuencia la elevación de los débiles, los desheredados, y el derribo de los poderosos. Dios se acerca a quienes nada tienen, a quienes ya no esperan nada de la vida, a quienes ni siquiera tienen acceso al alimento que les asegura un mañana. Los excluidos, los desesperados, estas víctimas de la precariedad, los que no tienen nada a los ojos del mundo, Jesús los ha declarados felices por Dios, los privilegiados de su amor y de su solidaridad. Son ellos los que tienen un futuro cerca de Dios. La finalidad de la propuesta de Jesús no es para alcanzar conocimientos religiosos, ni morales, sino la de que todo ser humano pueda llegar a lo que aspira honestamente. La felicidad de cada persona está en la posibilidad de recomenzar la vida construyendo nuevas relaciones, con una perspectiva nueva, la que los seguidores de Jesús les ofrezcamos desde el amor y la confianza en Dios. El amor lleva consigo el luchar a favor de los que no aceptan, pasivamente, las circunstancias adversas de su vida personal y social, sino que luchan y proclaman que Dios dará la felicidad a los pobres y que, en sus falsos apegos, sus riquezas superfluas, los poderosos se ahogarán. Este es el contenido revolucionario, profético y liberador que encierran las ‘bienaventuranzas’. El mensaje de las bienaventuranzas no es atrayente para muchos, pero sí es necesario para esta sociedad consumista en que vivimos. La palabra de Dios nos invita hoy a hacer la revolución de Dios, con suavidad, bondad y con firmeza. Recordemos que Jesús, con un látigo de cuerdas, quiso volcar el sistema dominante, puso patas arriba las mesas de los cambistas (Jn2,15) A nosotros se nos piden actitudes, actos concretos, lucidez para poder discernir lo que podemos hacer a favor de nuestros hermanos. En las bienaventuranzas se define el mensaje de Jesús frente al conjunto de verdades limitadas que propaga la sociedad actual, light y descafeinada, sin futuro. Las bienaventuranzas constituyen la expresión de la presencia de Dios (o de su reino) en la existencia de la humanidad. Lo que en ellas se proclama es un misterio de gracia y de bondad que sobrepasa todo el equilibrio religioso, intelectual o moral de la tierra.