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SENDEROS

Oraciones insuficientes

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Natacha Féliz FrancoSanto Domingo

Tal vez ya no sean suficientes las oraciones y el Creador nos está indicando que ya es hora de tomar decisiones correctas y tajantes con el tránsito, que sus ángeles no dan abasto para cuidarnos de tanta impertinencia, de tanto chance robado, de tanto querer demostrar con cuántos méritos nos hemos graduado de mala educación, de tanto filtrar una psicología desordenada, que se deja envolver por energías de mala vibración. Aquellos que dicen llamarse creyentes en Dios reflejan lo que verdaderamente son en las calles, por eso no es raro ver un vehículo con un emblema de Jesús robándole un parqueo a otra persona o simplemente hacer uno de los famosos “cortes de pastelito”, poniendo en riesgo la vida de otros. En el tránsito muchos ceden a las intrigas de ese “diablito” que se posa en los oídos y te lleva a cometer imprudencias, y si en verdad fueras lo que predicas estarías escuchando a ese ángel de bondad que se posa en tu otro oído y conducirías con amabilidad, entenderías que tus derechos terminan donde comienzan los de los demás. Así, en este país para salir a la calle hay que encomendarse a la Virgen, a todos los santos, y a cuanta divinidad uno conozca para salvarse de morir accidentado o que te destruyan el vehículo, porque no importa que respetes las luces del semáforo, que no rebases en curvas o que andes por tu derecha, sorpresivamente pudieras ser impactado por alguien que amparándose en su propia prisa justifica su mala conducta. Parece que nadie cuida a los buenos conductores, y la Casa del Conductor que debería llamarse la Casa del Desasosiego, es el más vivo ejemplo. La persona que choca con el seguro vencido solo paga una multa de mil pesos, y no importa si se fue en luz verde, amarilla o roja, existe un bendito departamento de conciliación que no concilia nada, obligándote a terminar en un largo litigio en un tribunal. Sinceramente, creo que en la Casa del Conductor va a caer nieve un día de estos. Eso es Suiza. Parece que los que trabajan ahí no conducen, ignoran, por ejemplo, todos los accidentes que causan los motociclistas cada año y te tratan como un criminal si uno de ellos te impacta, porque es “un vehículo menor”, y te retienen tu licencia con argumentos que no convencen. Cómo es posible que una persona lesionada por la imprudencia de otro, sea tratada como un delincuente, y que en la Casa del Conductor en medio de este trauma ni siquiera te permitan pasar a hacer el registro con un familiar (claro, si es militar pasa sin preguntas), y te encuentres además con un oficial maleducado, que no tenga la más mínima compasión por lo que te acaba de ocurrir. Esta Navidad Dios quiso que permaneciera aún en esta tierra y que la tristeza no tocara a mi madre ni a mis amigos, por culpa de un irresponsable. Otros no han sido tan afortunados.

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