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¡Falta más, Presidente!

El Presidente entiende que lo está haciendo muy bien en el sector agropecuario; pero yo entiendo que aunque él piense que lo está haciendo muy bien, necesitamos más para no terminar mal. Nada hace sentir tan bien el entorno rural como el ofrecimiento y entrega de recursos vía financiamiento a bajísima tasa de interés y sin garantía hipotecaria y prendaria. El campo dominicano está encantado con la política presidencial. Incluso exministros de Agricultura elogian el impacto atados a la cepa y el esqueje, pero obvian referirse al conjunto, a lo integral; no solo debemos aquilatar el esfuerzo individual o de grupos de productores, sino que para darle sostenibilidad al apoyo presidencial tenemos que fortalecer las instituciones, modernizarlas, ayudar en la capacitación del técnico, de los productores (injertadores, ordeñadores, inseminadores mecanización agrícola, genetistas, etc.); trabajar la investigación y transferencia de tecnología; la normativa adecuada (ley fitozoosanitaria; ley de agua; territorialidad; semillas; pesas y medidas, entre otros). Entender que el crédito sin asistencia técnica es un riesgo. La cartera de crédito del Bagrícola ha crecido como nunca y la producción luce muy incrementada, e indudablemente la satisfacción es comprensible. Visto así el sector está muy bien. Se siente la mano del presidente Medina. Un desahogo de todo lo que llevan acumulado en esas largas horas de espera. Es entendible que estén contentos. Pero vivimos inmersos en esa contradicción de que, por una parte, la sociedad rural requiere el crédito abundante y barato, pero no podemos tener un enfoque de visita guiada y generosidad, sino más institucional. Si no completamos el esfuerzo con estas decisiones seguiremos escuchando interminables dedicatorias de agradecimiento, pero pensamos, gracias a los ejemplos, que serán sinceras como actuadas. Mientras tanto somos en la región (ALC) los peores en Índice Total de Factores de Productividad, 0.9, por debajo del promedio general que es 1.3. Por debajo de Costa Rica (igual ingreso que el nuestro) y de Nicaragua (más bajo ingreso) aún tengamos un crecimiento agropecuario entre 5.4 y 6% promedio en los últimos años. Somos competentes, pero no competitivos. Necesitamos dirigir el gasto público a gastos más indirectos que dejan como resultado, mejores prácticas cuando se enfocan a provisión de bienes públicos que alcanzan el universo de productores generando mayor impacto económico que los subsidios.

La facilidad del crédito haría posible que, por ejemplo, agricultores de San Juan de la Maguana le presenten al Presidente un proyecto de producir batata para exportación a USA que demanda alrededor de 600 mil toneladas. Ellos pueden producir gran parte de esa demanda, pero hay que erradicar el piogán, limitante sanitario que sólo sería posible si desarrollamos un programa de manejo cultural integral de todos los intervinientes: multiinstitucional y multicomunitario. No es posible vencer esos retos con instituciones débiles. Es por ello que no basta producir más, sino afrontar los desafíos de competir en mercados exigentes y atenuar y/o prevenir lo negativo.

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