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PUNTO DE MIRA

Vida alegre en 101 años de Papia Najri

Si existe alguna fórmula para envejecer Antonio (Papía) Najri Acra lo guarda muy en secreto. Pero su vivir 101 años es evidencia de no hacer caso al tiempo pasado y seguir el disfrute de la vida alegremente, como si tuviera quince.

Aunque la avanzada edad del Tío Papía es un factor de asombro, lo que más llama la atención es su lucidez. Con él se puede conversar cualquier tema y está más vigente que una computadora. Recuerda nombres, fechas, lugares y acontecimientos con una prontitud que parece que tiene un apuntador. Eso no es justo.

Él celebra dejar atrás el centenario con la misma jovialidad con que ha vivido. Este empresario de viejo cuño es una persona encantadora, galante, formal, educada y amable que poda el calendario para que la vida crezca más fuerte. En estos días Tío Papía convidó a unas langostas criollas en ocasión de la visita de sobrinos residentes en Estados Unidos. Fue magnífica ocasión para vestir la nostalgia con ropaje de alegría, al recordar momentos agradables, algunos casi sepultados en el tiempo. El sobrino mayor, José Antonio (Tontoni), con su habitual locuacidad llenó los espacios de sus hermanos Marcial y Pilar, que se encontraban en el extranjero. Tontoni dedicó largo tiempo a poner en evidencia las dotes del tío, resaltando sus habilidades como vocalista romántico en reuniones amistosas en diversos ambientes del mundo que juntos han recorrido. Nos asombró cómo Tío Papía recordaba situaciones y nombres de clubes de Alemania o París cual si la tenida hubiera sido ayer noche. También Tío Papía disfrutaba de las historias de los primos Antonio Iraola y Tontoni, cuando este último estudiaba en Estados Unidos y la casa de los Iraola Najri era refugio en vacaciones intemporales. Los Antonio se solazaban. Los médicos aseveran que la ingesta de un poco de alcohol es un elemento saludable. El centenario Papía parece confirmarlo. Todavía es degustador del buen whisky igual que su hermano, el Tío José, que llegó a los 98 años. Las tardes siempre asechan al Tío Papía arribar al Santo Domingo Country Club. Ya la visión no le permite jugar golf, deporte que ama con pasión, pero acumula esparcimiento jugando dominó y unas partiditas de póker con amigos que pueden ser hijos y hasta nietos. Con ese donaire característico del Tío Papía, alegremente negocia revalidar una extensión de tiempo.

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