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Los logros de la oposición

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VINICIO A. CASTILLO SEMÁNSanto Domingo

A raíz del proceso electoral del año pasado todos los partidos de la oposición, incluyendo el nuestro, la Fuerza Nacional Progresista (FNP), decidimos aunar esfuerzos comunes (respetando la diversidad y las diferencias políticas e ideológicas de nuestras organizaciones), en procura de que la democracia dominicana pudiera tener en el futuro una nueva Junta Central Electoral y un nuevo Tribunal Superior Electoral que reunieran las condiciones de imparcialidad política que debe tener todo árbitro electoral a los fines de que no se repitieran jamás, las tristes y desastrosas experiencias electorales vividas el año pasado con el fracaso de la anterior JCE y la parcialidad manifiesta del anterior TSE.

Ha pasado poco más de un año y semana tras semana nos hemos estado reuniendo con metas institucionales muy claras y definidas que abarcan también la lucha por una reforma electoral y ley de partidos que combata las raíces primigenias del sistema electoral corrupto que ha imperado en el país y que tiene como una de sus bases fundamentales el costo de hacer política en la República Dominicana y los multimillonarios recursos que se requieren para las campañas electorales.

Ha sido una lucha tesonera que ha enfrentado diversas maniobras de parte del gobierno y de su maquinaria mediática, así como de algunos medios de comunicación que han querido en todo momento minimizar el papel de la oposición actuando de manera conjunta en estos vitales temas institucionales, básicos para el fortalecimiento democrático.

Al margen de las pasiones y de las reyertas diarias propias de la política, después de un año de lucha, cabe hacer una pregunta elemental y compartir la reflexión que su respuesta conlleva, con mis amables lectores. ¿Ha valido la pena? ¿Logró el PLD reelegir la JCE y TSE anterior? ¿Tenemos una nueva JCE y un nuevo TSE con mayores garantías de imparcialidad y equidad que los anteriores? Tomando en cuenta que el PLD tiene control absoluto del Senado y el Consejo Nacional de la Magistratura, ¿cedió al nombrar una JCE presidida por el Dr. Julio César Castaños y un TSE presidido por el Dr. Román Jáquez en procura de buscar imparcialidad en los árbitros electorales del año 2020?

Todos los amigos de los partidos de la oposición saben que quien ésto escribe es el primer abanderado de la llamada “línea dura” al hacer nuestros planteamientos conjuntos. Pero, eso de ningún modo me puede obnubilar a entender que, tanto el presidente Danilo Medina como el Partido de la Liberación Dominicana, han consentido y cedido, con el inmenso control político de que disponen, en procura de dotar de credibilidad e imparcialidad los nuevos organismos electorales, lo que en modo alguno significa que no pueda haber dentro de algunos de sus miembros vínculos políticos con el partido gobernante.

Creo que los amigos consejeros del PRM, excolegas míos José Paliza y Josefa Castillo, se precipitaron en rechazar in situ, en el Palacio Nacional, el nuevo Tribunal Superior Electoral. Entiendo que lo correcto políticamente hubiera sido decirle a la prensa que se reunirían con la dirección política de su partido PRM y con las demás organizaciones de la oposición para fijar una posición de conjunto. Lamentablemente, eso no ocurrió y se produjeron las conocidas contradicciones entre diversas organizaciones de la oposición sobre el nuevo Tribunal Superior Electoral.

Lo que sí estoy de acuerdo es en que será un reto del nuevo Tribunal Superior Electoral demostrar en los hechos y con sus decisiones la imparcialidad política que le requieren la sociedad dominicana y la democracia. En ese sentido, es mi parecer que la oposición política debe estar atenta y vigilante en las actuaciones del nuevo TSE, pero creo que sería un grave error político rechazarlo de plano, trasluciendo que su designación es una derrota para la oposición, cuando es en realidad todo lo contrario.

La designación de la JCE y el TSE es un logro de la oposición; de su lucha conjunta incesante y del mensaje claro que envió al gobierno, al presidente Medina y al Partido de la Liberación Dominicana de que reelegir los anteriores órganos electorales iba a llevar al país a una radicalización peligrosísima de la lucha política democrática.

Igualmente, creo que reconocerle al presidente Danilo Medina y al PLD haber comprendido la situación y cedido en las demandas opositoras, no es debilidad ni ingenuidad política de nuestra parte. Es razonabilidad y justeza en nuestras apreciaciones. Igualmente, estimo que el presidente Medina y el PLD deben llegar a un acuerdo con todos los partidos de oposición y lograr un gran consenso con las leyes de partidos y reformas electorales que serán en gran modo las reglas de juego y los actores políticos para las próximas décadas.

Si lo hacen, significará una contribución a la estabilidad de la República. Si, por el contrario, con su mayoría en el Congreso las imponen, le harán un flaco servicio a la democracia dominicana.

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