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El poder y la vía

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

Sin necesidad de espejuelo para verlo, a la última convocatoria de la denominada Marcha Verde asistió mucha gente. Pero, cuidado con “envalentonamientos” y con que el bulto momentáneo lleve a sus protagonistas a perderse en lo claro. Al punto de llevar a decir desde ahora a integrantes de una que otra de las diversas corrientes o agendas que se manejan en el movimiento que “con ellos hay que hablar y hay que negociar”(¿).

Por esa diversidad y la carencia de una cabeza con liderazgo fuerte en el Movimiento era que -sabemos se tenían dos documentos- proclamas con el fin de ser leídos en la actividad del domingo, pero se impuso un sector de la línea más radical ,y lo que se escribió en esa dirección fue lo que se leyó de entrada, se plantea la interrogante de, ¿hacia dónde va o nos quiere llevar como país el Movimiento Verde? Sociólogos y politólogos sostienen que este tipo de movimientos (no sabemos aquí, donde somos atípicos y muy especiales) surgen para levantar una determinada bandera por un tiempo, pero que luego se desvanecen y desaparecen.

Y es que tienen que fundamentarse en realidades y posibilidades, no en una práctica permanente de la simple denuncia. Eso no llega muy lejos o termina desacreditándose o cuando no cayéndose por su propio peso. En el caso actual, con un gobierno electo con un 62% y que todavía no ha cumplido el primer año de instalado ¿se va a continuar con la línea de denuncia o de campaña en contra hasta el 2020, fecha de nuevas elecciones?

Al margen de las preocupaciones válidas y las buenas intenciones de muchos de los que se movilizan, especialmente la gente de clase media, lo cierto es que la movilización y la denuncia sin tiempo contra un gobierno, solo apuesta al descrédito y la distracción del mismo en sus responsabilidades fundamentales, cuando no a la desestabilización.

Por demás, la movilización Verde, que es mezcla de reacción social y de intereses políticos resentidos y de pobre desempeño en las urnas, choca con las críticas que sectores sensatos siempre le han hecho a la práctica de campañas tempranas o permanentes que nos caracteriza, y que solo reafirman la necesidad urgente de disponer de una ley de partidos y electoral que ponga límites.

Por cierto, eso de jugar a la descalificación de la clase política y el régimen de partidos es peligroso, y algunos dirigentes que “marchan” y quieren congraciarse con los verdes, aun cuando estos no los quieren cerca ellos, no saben que están afilando cuchillo para su propia garganta. En fin, los Verdes deben tener bien claro que sin un partido y un líder fuertes, que no los tienen, no pueden ir a elecciones en el 2020, que es la fecha y es la vía de buscar el poder.

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