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EL BULEVAR DE LA VIDA

Advertencias

MARX, FEUERBACH Y LOS VERDES

Con nuestro desgastado y desprestigiado sistema político empresarial, los dominicanos tenemos el mismo problema de Marx con Feuerbach y sus tesis. Hablo de decidir si, -cual Feuerbach-, lo que queremos es explicar (criticar/ mejorar/fiscalizar) el mundo (el sistema) o, como Marx ir más allá y cambiarlo, sustituirlo. Y es ahí donde entra un Movimiento Verde que ha logrado cosechar la indignación que por años fue acumulando la ciudadanía. “Lo mucho hasta Dios lo ve” ha sido la frase del año. No es casual que, por primera vez en nuestra democracia el tema de corrupción ocupe el tercer lugar en orden de importancia para los ciudadanos, solo por debajo de la delincuencia y el desempleo, según la ENDESA 2015. Es esa indignación la que ha hecho posible que, en un país de elevado crecimiento y estabilidad macroeconómica, decenas de miles de almas se hayan reunido un domingo soleado y caluroso a “pegar el grito” sin repartos ni prebendas, como mucho con una camiseta con polyester, un viaje en guagua con aire y, excepcionalmente, un sandwichito de queso San Juan y salami Induveca, de mallita por favor. Pero nada más.

UN RÉGIMEN DE CONSECUENCIAS

El cuestionamiento ciudadano al destape ético de la partidocracia y sus socios de la plutocracia nacional ha sido expresado en las calles y las redes. Y ese rechazo ha venido de parte de los mismos que siempre le han votado. No olvidemos que el 97% de los que votaron en mayo lo hicieron a ese sistema político empresarial de partidos. O sea, que los marchantes, a pesar de lo que diga el manifiesto leído el domingo, no están por la labor de romper el orden constitucional ni descabezar a una clase política y empresarial, desmadrada y un poco desvergonzada en las formas, es cierto, pero que es con la que hemos ido avanzando de a poquito, pero avanzando. Para encontrarle sentido a la vida no hay como enfermarse, que te salude la muerte y siga andando. Ahí es cuando uno reacciona y le encuentro el nudo a la madeja. La política, como la vida, se nutre de realidades y a esas realidades se deben Los Verdes, sí, pero sobre todo se debe esa partidocracia (con su plutocracia al lado) que está siendo alertada de manera pacífica y civilizada por una ciudadanía, que en su inmensa mayoría no busca destruir el sistema sino fiscalizarlo, presionar en las calles para que sea más transparente en sus acciones, y permita que el Ministerio Público actúe con independencia, que pueda la Justicia actuar como tal, y, joder, que en los hechos y las prácticas sea posible aplicar a quien corresponda sin importar apellido ni partido, amistad con presidentes, o amores con ministros, un bendito y jodido Régimen de Consecuencias. (Y si quiere que entre el mar).

“A VECES LOS PUEBLOS PASAN”

El PLD (y su bloque progresista), el PRM (y su Frente Opositor), y los empresarios amigos de ambos (buscando siempre “oportunidades de negocios”), deben tomar nota de lo que en las calles está ocurriendo, y advertir con Benedetti que, cuando arrogante alguien dice... “y para hacerlo, primero tendrán que pasar sobre mi cadáver” debería recordar “que a veces los pueblos pasan”, como el domingo pasaron los verdes sobre un sistema que debe tomar nota del mensaje y abrir los ojos, joder, que si esto arde perdemos todos, entre otras razones, porque no será un Negro Veras quien tomará la antorcha, sino un Donald Le Pen casi maduro (alias Chapita) en plan Ortega y Sra., y no olviden lo más grave: ¿Para qué sirve un exilio dorado que al segundo año se encargarán de enmohecer las nostalgias crueles? Al fin y al cabo, “uno vuelve siempre a los lugares donde fue feliz. Tu piel, por ejemplo”, según Joaquín Umbrales. Con su permiso.

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