Tiempo para el alma
“La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor”. I Cor. 4:4
Recuerdo una entrevista que me hicieron hace unos meses; la última pregunta fue muy interesante: “¿Quién le gustaría que escriba su biografía?”; sin pensarlo respondí: “Mi conciencia”. Toda persona que me rodea y la que en algún momento ha tenido un contacto conmigo tiene una idea sobre mí en función de lo que han conocido de mi persona.
Para algunos seré buena gente, para otros no tanto y para otros quizás alguien despreciable, todo variaría en función de las expectativas de esa persona y de si yo he respondido o no a las mismas.
Pero la verdad absoluta de todo está en mi interior, en esa parte a la que solo llegan mi propia conciencia y Dios, mi Creador.
Exactamente lo mismo ha de pasar contigo, mi querido lector, puedes ser juzgado por los demás, incluso por un juez en una corte, pero solo Dios, el verdadero juez, tendrá el veredicto final y definitivo, tal como dice Pablo a los corintios. Él iluminará tus sombras y sacará a la luz las verdades de tu corazón.