Más allá de los discursos
Un recorrido detenido por las páginas de la obra “democracia, modernidad y progreso” nos conduce a reconocer que no se trata tan solo de la aparición de múltiples discursos, sino que cada uno está lleno de ideas pensabas y de reflexiones profundas que dejan una enseñanza que van más allá de la coherencia de palabras. Por eso es digno de resaltar que “la amenaza a los sistemas democráticos procede hoy de la incapacidad para satisfacer las demandas económicas y sociales de las grandes mayorías nacionales”.
Esta reflexión refleja una visión de como los grandes líderes políticos, empresariales, los gobernantes y la sociedad en su conjunto han de interpretar los desafíos de un entorno mundial tan dinámico en el cambio sistemático. Se trata de cambios inimaginables que vienen condicionados por factores internos y externos que abarcan desde la innovación tecnológica, los espacios cibernéticos, las finanzas mundiales, el comercio internacional y la competencia por las estrategias geoeconómicas de las empresas y las naciones.
Es ese contexto que se interpreta que en su obra, el Presidente Leonel Fernández atraves de sus diferentes discursos, fue construyendo un pensamiento que le ha permitido una perspectivas acerca de como analizar la dinámica politica social y económica de ese mundo cambiante. Por tales razones es concluyente al entender que “no hay democracia donde no hay derecho a la educación y la salud”.
Para arribar a esa conclusión es necesario tener una interpretación acerca de por donde enfocar el desarrollo social y económico, que en el caso de America Latina el Presidente Leonel Fernández al analizar la situación ancestral de la región y colocarla en perspectivas, tomando en consideración los cambios mundiales, entiende que esta ha de adoptar un modelo acorde a la realidad predominante. En efecto, en ese marco sostiene que “lo apropiado es combinar las virtudes del mercado con las virtudes del Estado, una combinación eclética que, en el caso de la Republica Dominicana, hemos denominado modelo de economía social de mercado”.
Tal enfoque se sustenta en el hecho de que corresponde al Estado intervenir en el inaplazable auxilio de los más pobres ya que estos tradicionalmente han sido excluidos del sistema económico y social. Esto en modo alguno ignora el reconocimiento de que las grandes inversiones corresponden hacerla al capital privado y el Estado ejecutar las inversiones e infraestructuras y promover el ahorro suficiente para garantizar las mismas, pues ha de entenderse que “el mercado es el peor instrumento para garantizar la equidad y la justicia social”.
Estos criterios han acompañado a Fernández siempre, el cual lo pone en evidencia cuando en su segundo discurso de juramentación resaltaba que “en el modelo de desarrollo que vislumbramos, el sector privado le corresponde desempeñar el papel de locomotora del tren del progreso, y al Estado, el simple maquinista que la pone en movimiento sobre los rieles”. Las evidencias empericas, en la actualidad, ha demostrado que esta combinación es la vía más efectiva que ha conducido a las transformaciones de las economías, en particular las emergentes.
Para el 2004, el presidente Leonel Fernández construyó uno de los discursos más difíciles que haya podido pronunciar, en virtud de que el mismo tenía que abordar una de la crisis más profunda que ha podido atravesar la economía dominicana en su historia Republicana, y él se convertía en el administrador de la misma para solucionarla. Pues se trataba de que la misma se incubara en el colapso de tres grandes entidades bancarias por lo que concibió que “para alcanzar la plena recuperación, será imprescindible mejorar los mecanismos de supervisión y control del sistema financiero nacional”.
Las cifras de lo acontecido eran escalofriantes, estremecedoras e inolvidables, pues de lo que se trataba es que el pais había caído en una situación de impago frente a la comunidad financiera internacional, fruto de que las calificadoras de riesgos le otorgaban una de las peores calificaciones al colocarla en CCC. Lo ocurrido se traducía en un déficit cuasi fiscal de 90 mil millones de pesos y el pago de intereses por el orden de 30 mil millones, para la fría suma de 120 mil millones, lo cual empujó a una devaluación sin precedente del peso dominicano y un costo fiscal de un 20% del PIB, el cual se contraía en 5,000 millones e inflación de un 60%.
No bien se supera la situación de crisis, con un déficit fiscal de 56 mil millones de pesos, cuando para el 2008 estalla la crisis financiera global con epicentro en USA y repercusión a escala planetaria. Situación esta que coincidía con el tercer discurso de juramentación como Presidente de la Republica, atribuyéndole la misma a la especulación financiera internacional y a que las instituciones de Wall Street quedaron obsoletas, pues a mi modo de interpretar estos discursos, Fernández con una visión de la historia y su interpretación de las perspectivas económicas y políticas, refleja la construcción de un pensamiento e ideas del mundo contemporáneo.