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ORLANDO DICE

El cambio de ánimo

¡ASÍ NO!.- O los peledeístas, o el PLD, o el Comité Político, o –incluso-- los protagonistas, tienen que entender que esa suerte de match que se libraba entre dirigentes, a causa de Odebrecht, no puede terminar como película de vaqueros en cine de pueblo. Que se rompe la cinta, no hay manera de empatarla y nunca se lee en pantalla The End. El inicio fue cosa de ellos o entre ellos, pero ya en el cuadrilátero se imponen la campaña, los jueces y el público. En principio pudo verse como un exabrupto de Felucho Jiménez, pero al intervenir Reinaldo Pared y darle categoría de berrinche, o aparecerse Franklyn Almeyda cobrando deudas pendientes, la más elemental lógica (de guerra) obliga a pasar de las palabras a los hechos. Morbo aparte, la gente quiere ganadores y perdedores. Lo cual puede lograrse fácilmente. Los de fuera no lo saben, pero los de dentro sí. Las reuniones del Comité Político no solo se registran en acta, sino que también se graban para mayor fidelidad. Cristina Lizardo, como secretaria del organismo, tiene la encomienda de llevar cuenta o dar cuenta de las incidencias de cada encuentro…

OÍR CINTA.- La aclaración se haría mediante un procedimiento simple. Nada de sala de emergencia o de cuidado intensivo, y ni siquiera quirófano. Un sencillo consultorio, un discreto performance. Convocar a los miembros del Comité Político, auxiliarse de un aparato reproductor, poner la cinta y que sea lo que la historia consignará, o más tarde o (en el caso) más temprano. Lo que no puede creerse es que con deponer las armas, colocarlas en el piso, el Comité Político o el partido se salvarán de la sospecha, o se apagará la tea de la discordia. Felucho Jiménez, ahora que se calla, quiso dejar sentado que a Reinaldo Pared (amigo y compañero) no lo perdona. Léase bien: no lo perdona. Esto es, que no tomó sus palabras como una reacción propia del momento, sino como un agravio. Y no hay que ser peledeístas para conocer el temperamento de Jiménez y de Pared. El primero dispara sin desenfundar, y el segundo no baraja pleito. No es lo mismo que Leonel Fernández y Danilo Medina, que saben guardar las apariencias y disimulan su ánimo como si fueran actores del teatro inglés…

CUATRO O CINCO.- El PLD debe entender lo obvio. La recomposición, el relanzamiento pasa por Odebrecht. Entre todas las dificultades de sus administraciones Odebrecht es la mayor, y más vale discutir la situación y apear a los que haya que apear ahora para aligerar el tren y no haya que bajar a nadie con esposas en las manos en la próxima estación. Atribuyen a Felucho Jiménez decir que los ladrones son cuatro o cinco. El negocio sería barato, considerado en esos términos, pues perder cuatro o cinco dirigentes no disminuiría una matrícula que se afirma excesiva, pero sí, y creo que importante, reconciliaría al partido con antiguos seguidores que se distanciaron por razones morales. La organización tiene problemas, y eso lo admite todo el mundo, solo que no se discierne la naturaleza. Los simplistas lo reducen a Danilo Medina y Leonel Fernández, que si uno, que si el otro, y ellos, como buenos equilibristas, la mantienen en la ruta. La cuestión, sin embargo, parece más grave. Puede verse pragmático un tiempo, y cínico un poco más, pero la moral, cuando entra en crisis, lo hace con una extraña fuerza que lo tumba todo…

BOCAS CERRADAS.- A los peledeístas les enseñaron que en boca cerrada no entran moscas, y aceptaron ese credo por mucho tiempo, y como sucede siempre, ahora se dan cuenta que “hasta la belleza cansa”. Los menos piensan que “el que calla otorga”, y los pocos lúcidos consideran que “el silencio no es rentable”. Ese cambio de ánimo responde a esa percepción de que entre los peledeístas no hay más que cuatro o cinco ladrones, y de ser así, una parte no entiende por qué los meten a todos en el mismo saco. La dirección quiere ser más papita que el Papa, y se niega a todo debate interior, como ocurre ahora cuando ahogan la polémica, mandan a callar a los bocadura e intentan amaestrar a los miembros del Comité Central, de manera que ninguno se salga del libreto cuando se reúnan para aprobar los reglamentos. Se advirtió con tiempo la conjura de las individualidades, de las muchas lenguas y exceso de dialectos, y se le corrió alante a la pelota. Los comisionados darán a beber una especie de calmante, y el engaño estará a la vista. Muchos CC se lo meterán en la boca, pero no lo tragarán…

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