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EL BULEVAR DE LA VIDA

Hatuey: “El último de los mohicanos”

UN NOMBRE IMPRESCINDIBLE No existe forma ni hay manera de pensar la política dominicana de los últimos 40 años, sin mencionar el nombre de Hatuey De Camps Jiménez, el último de los mohicanos de lo que alguna vez fue el PRD. Frontal y valiente, tenía el don de la ironía y un talante guerrero que nunca le abandonó. Algunas veces uno lo combatía en los programas y también en esta columna; otras veces coincidía con él, alentaba sus luchas, pero especialmente admiraba su firme coherencia en un país donde la genuflexión y la doblez son un oficio sumamente rentable. Una y otra vez volvía a criticarlo, pero siempre encontraba en él un argumento firme, contundente, y a veces su mejor arma: la ironía. Una vez, ante mi insistencia en hacerle una pregunta incómoda, -“irónicamente sorprendido”-, comentó los muchos comerciales que tenía el programa, sin dejar de enviar saludos a Juan Hernández, entonces director de Impuestos Internos. Ingenioso y hábil, como era un gran amigo de la madre de una de mis hijas, en medio de la batalla feroz de nuestros argumentos enfrentados, de repente me preguntaba por mi Paola menor, yo -en venganza- le recordaba sus trillizos de Dominic, se me olvidaba la pregunta, y así me vencía. Hatuey era la memoria histórica de un PRD que en los últimos años ya sólo existía en sus nostalgias. El que haya abandonado este mundo sin haber logrado la reunificación de ese partido, habla muy bien de su coherencia, de sus principios inamovibles hasta la terquedad, y muy mal de muchos de sus compañeros. ¡Ha partido un guerrero! En un país donde la genuflexión es un oficio y la doblez una lucrativa profesión, ya dije, qué grande se ve en su despedida este coherente, firme y duro gladiador político: Todo un guerrero siempre valiente.

LOS RESILIENTES El concepto psicológico de “resiliencia” se lo escuché por primera vez hace mil años al psiquiatra José Miguel Gómez. Los resilientes son especiales seres humanos a quienes los traumas y golpes de la vida les inspiran a ser mejores, la adversidad les fortalece y nada les detiene ni desanima. José Francisco Peña Gómez es el resiliente por excelencia de la vida política dominicana. Pobre, negro, hijo de haitianos en un país donde el nacionalismo sólo llega hasta el Río Masacre, cómo explicar que llegara a ser el dominicano más reconocido, respetado y admirado en el mundo. Sólo una cosa: la resiliencia, el don de hacer de sus penas fortaleza, de sus sombras rayos de luz, de los golpes de la vida caricias de bondad. Lo mismo podríamos decir de un niño mulato, hijo de un negro keniano, que en un país donde aún en el siglo XXI la policía te asesina por ser negro, llegó a la presidencia de su país, Barack Obama, quiero decir.

EL HIJO DE “MEXICO LINDO Y QUERIDO” De igual manera, si hablamos de resiliencia en el mundo artístico de América, cómo no mencionar a un joven hijo de una familia pobrísima de diez hermanos, cuyo padre enloqueció siendo él muy pequeño y fue entregado a un orfanato. Qué habrá sido de él en sus 18 meses de cárcel, en el país más machista del continente. Sin embargo, desde el genio de José Alfredo Jiménez, la patria mexicana no ha parido un artista que le represente de tal modo y con tal fuerza en todo el mundo. Alberto Aguilera, Adán Luna o Juan Gabriel fue el icono de la música popular mexicana de los últimos 30 años, “el amor eterno”, el alma musical de ese país, el hijo predilecto de una patria venerada por los suyos, -que quizás por haber sido víctima de su vecino imperial y despiadado-, es la más ardientemente nacionalista de toda la América morena y sus 23 patrias benditas.

HACIENDO LA HISTORIA Todo estaba en contra de Peña, Obama, de Aguilera o Juan Gabriel, sin embargo, a estos tres resilientes seres humanos, todas las contrariedades, limitaciones, atropellos, violaciones, y miserias humanas, no hicieron más que sublevarlos, inspirarlos, y así entraron y están en la historia americana... porque la hicieron, porque la hicieron.

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