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FUERA DE CÁMARA

Hatuey De Camps

Lo recuerdo como si hubiese ocurrido ayer… Sentados en el gazebo de su casa de Cambita cinco días antes de su muerte, le pregunté a Peña Gómez: ¿Quién heredará su liderazgo en el PRD? Y ni titubeó para responderme: ¡Hatuey De Camps, porque es el más leal, el más fiel, el más perredeísta…! No lo digo hoy por primera vez, ahora que murió Hatuey… Lo dije al día siguiente de aquella conversación en el programa televisivo Hola, que producía entonces en el Canal 10. Pero, además, Peggy Cabral, la esposa de Peña, estaba presente esa mañana primaveral en la casa campestre de las afueras de San Cristóbal.

Lo que sí me pregunto hoy, ahora que murió Hatuey, es por qué ese legado no se cumplió a cabalidad a pesar de que Hatuey asumió efectivamente la presidencia del PRD posterior a la muerte de Peña Gómez, en reemplazo de Enmanuel Esquea Guerrero.

Dos años después de la muerte de Peña, se entendía que Hipólito Mejía asumiera la candidatura del 2000, como en efecto ocurrió, pero Hatuey era quien garantizaba la unidad más allá de ese proceso porque Hipólito jamás fue líder de ese partido y poco que le interesaba.

El choque llegó con la reelección de Mejía y su actitud rabiosa de imponer a la mala semejante afrenta a la historia del PRD.

Porque Hatuey siempre supo que con semejante desatino el partido de Peña Gómez perdía la virginidad. Como en efecto ocurrió.

¿… Por qué no llegó? Mucha gente se pregunta hoy --ahora que murió--, qué pasó con Hatuey que dejó trunca en el PRD una carrera que debió catapultarlo a la Presidencia. Porque si alguien lo merecía después que murió Peña, ése era Hatuey De Camps.

Habría que situarse en el momento en que el liderazgo de Hatuey fue mediatizado por sus propios compañeros --a quienes ayudó afanosamente a escalar el poder en el primer cuatrienio de este siglo, dos años después de la muerte de Peña Gómez--, precisamente cuando reiteró la coherencia con el principio peñagomista de la no reelección.

A Hatuey le dieron un golpe de mano en la presidencia del partido. El gobierno de su propio partido convocó una reunión mostrenca del CEN perredeista que lo destituyó del cargo, y le abrió las puertas para que se marchara y dejara atrás casi medio siglo de lucha partidaria.

Lo reemplazó Vicente Sánchez Baret, en un movimiento de facto que haría agua poco tiempo después.

… Ahora que murió Hatuey sufrió una dolorosa agonía que redujo sus facultades físicas no su espíritu de guerrero indoblegable… Como se sabía que su enfermedad era letal y que a la larga vencería su resistencia de once años, muchos amigos desearon que regresara con honores al PRD para que muriera en el partido donde forjó su leyenda.

En esta columna lo sugerí varias veces y en términos personales se lo pedí a Miguel Vargas… Y Miguel Vargas lo intentó, pero a todos se les hizo tarde incluyendo al propio Hatuey que murió sin descartar la idea.

Con la muerte del líder, los amigos que le siguieron y jamás lo abandonaron, empezando por otras dos leyendas perredeístas, Rafa Gamundi y Amadeo Lorenzo, deben plantearse volver a su partido. Es allí donde caben y, además, donde los necesitan...

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