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Septiembre

Enrique Aristeguieta Gramcko, miembro de la Junta Patriótica que en 1957 derrocó a la dictadura de Pérez Jiménez en Venezuela, en entrevista reciente ha dicho una gran verdad. Ante la pregunta ¿Por qué no se ha podido con este régimen ruinoso? Su respuesta fue: “Porque no se le ha combatido como a una dictadura”. Cuánto ha costado que la oposición venezolana calificara al chavismo como una dictadura.

Se ha pretendido calzar los patrones de las dictaduras del siglo XX al modo de los regímenes autoritarios de ahora. No es lo mismo. Hemos tenido que esperar al secretario general de la OEA, Luis Almagro, para llamar al gobierno de Maduro “régimen”. Yo insinué en mis artículos anteriores hablar del Nicolato, recordando las arbitrariedades del Monagato en el siglo XIX. Estamos llegando al llegadero. Septiembre se presenta como imponderable. Desde 1820 con los ciclos que sacudieron a Europa después de las guerras napoleónicas, se trata de un mes que se las trae.

En 1868 con “La septembrina” destronaron a Isabel II en España. En Argentina en 1930 y 1955 cayeron los gobiernos de Hipólito Irigoyen y Juan Domingo Perón. En Burkina Faso, África, ocurrieron cosas terribles. Y en Chile el 11 de septiembre tumbaron al Presidente Salvador Allende.

El pueblo venezolano se está convocando para una gran jornada el 1 de septiembre, que aunque tiene una marcha en Caracas, movilizará al país contra la dictadura de Nicolás Maduro y su generalato. El objetivo es solicitar el referéndum revocatorio y decirle al mundo que este país en una ruina, con la mayor inflación en el mundo, el más inseguro, con hambruna, en manos de un gobierno forajido y con la mayor corrupción del planeta. Un contumaz fracaso gubernamental.

No se cansan de preguntarse líderes mundiales cómo ha sido posible que un país tan rico, con una estupenda población, haya llegado a la situación actual. La respuesta la podrían dar los hermanos Castro, los gobernantes parásitos Evo Morales, Daniel Ortega y Rafael Correa, los Kirchner, el narcotráfico, el Foro de Sao Paulo, o echar mano de seudo ideologías como el socialismo del siglo XXI.

Maduro ha designado en tres años de gobierno 88 ministros, entre ellos cinco de economía, cinco en alimentación y salud. Ha hablado por televisión desde abril del 2014 ochocientas cincuenta horas, ha anunciado 122 medidas. En sus peroratas le ha echado la culpa de su fracaso 77% a la guerra económica, 61% a la caída de los precios del petróleo, 54% a los Estados Unidos. Y por último en su agonía le ha entregado el problema alimenticio a la camarilla militar que lo rodea. Padece inopia crónica.

Tiene en las cárceles más de doscientos presos políticos, suyos son los 43 muertos de las protestas del 2014. Hay más 1.500.000 venezolanos entre exiliados y emigrados. Y con todo esto amenaza convertir a Venezuela en los próximos días en una segunda Turquía. Hay una realidad en su contra: el hechizo del chavismo se ha desvanecido y lo sacará del poder el furor popular.

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