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VIVENCIAS

Mi tiempo

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Juan Francisco Puello HerreraSanto Domingo

No recuerdo bien desde cuando estoy convencido que mi tiempo no me pertenece. Creo firmemente que en el transcurso de mi existencia no he saboreado nada mejor, que lo percibido en estos últimos años que han hecho que valore más la presencia de Dios en cada instante vivido en plenitud.

Cada segundo en que he sentido la presencia de Dios, ha producido una sensación de plenitud pocas veces experimentada. Nadie se resiste a esa presencia, porque te marca de tal manera, que no tienes otra salida que limitarte a seguir los pasos de una fuerza superior que te induce a aprovechar aquello que te ha dado gratuitamente.

Es tan desbordante la gracia recibida que no se alcanza a descubrir la grandeza del misterio en toda su magnitud. Se hace conciencia de esto, en el momento en que cada nuevo amanecer es motivo para despertar en uno, la dicha de recibir la luz del Espíritu, que con su brillo hace iluminar los oscuros rincones del alma que han sido ensombrecidos por ilusiones pasajeras.

Pero desde el momento en que se acepta que ya el tiempo no tiene una función cronológica, sino esperanzadora, ya nada será igual. Entonces se produce el milagro de convertir el tiempo en una oportunidad de seguir las instrucciones que vienen desde lo alto. A partir de aquí, se exclama convencido que sólo el Señor es dueño de mi tiempo y dispone de el a su mejor conveniencia.

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