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Trump/Hillary, el dilema de EE.UU

El actual escenario político electoral estadounidense se ha venido analizando desde diferentes ángulos, tratando de explicar la salida de dos outsider. Estos análisis no siempre han estado apegados al rigor científico de que el movimiento de las fuerzas sociales produce hombres y mujeres que responden a los momentos o las coyunturas históricas que hacen emerger ciertos liderazgos, como el de éstos, Bernie Sanders y Donald Trump.

Ellos en efecto, son el producto de cambios sostenidos en la sociedad que los forjó, en la que, partiendo del axioma marxista que sentencia que ¥¥el ser social determina la conciencia¥¥, se formó la estructura mental que les ha servido para organizar las ideas que hoy, en medio de la faena electoral, pueden exponer apegados a los intereses que representan, matizados a veces, como en el caso de Hillary, por el discurso demagógico de decir lo que el votante quiere escuchar a sabiendas de que es solo un recurso electoral que no encaja en sus convicciones y que por tanto no serán parte del programa de gobierno.

Trump y Sanders son los vehículos de la sociedad actual estadounidense, dividida y confundida por los impactos que les han producido los cambios o crisis de paradigmas que a nivel planetario van creando los movimientos económicos, comerciales, financieros, culturales, religiosos y diplomáticos que recomponen el cuadro hegemónico que a su vez va llevando a la crisis estructural del modelo capitalista adoptado por los Estados Unidos en el marco del afianzamiento del proceso de globalización.

La recomposición geopolítica y la adopción de un modelo económico basado en la especulación de un sector financiero que no responde a la economía real, ha estuprado aquella pirámide que se construyó sobre la zapata de las políticas keynesianas que crearon una sociedad en la que el estado de bienestar se expresaba en una amplia clase media que servía de base sólida para lo que se bautizó como ¥¥el sueño americano¥¥, que según Sanders, desde una visión ¥¥socialista¥¥, y Trump, desde una óptica ultra conservadora, se esfumó.

Para el candidato republicano, EE.UU avanza hacia una crisis de identidad, por lo que a su juicio el tiempo se agota para recuperar la influencia de que gozaba su país debido al respeto que se ganó por su poder económico y valores que esparcieron por el mundo; para el exprecandidato demócrata, la cuestión que llama a preocupación es el desamparo en que el Estado ha dejado a la mayoría de la población que se empobrece cada día más porque las riquezas están concentrada en pocas manos, una situación que se acentúa con el paso del tiempo.

Sanders, no pudo pasar, la dirección del partido, controlada por los Clinton, jugó a que no alcanzara la nominación presidencial como lo revelan más de 19 mil correos dados a conocer; Hillary es el establishment, la representante de la oligarquía financiera afianzada desde los gobiernos de su esposo, responsable de llevar a los banqueros que crearon la crisis de 2008 al gobierno para dirigir las políticas económicas del país.

Un outsider está fuera de la carrera, el más peligroso para la oligarquía. Y entre Hillary, la dama de Godman Sachs y la ¥¥oligarquía corporativa cleptocrática¥¥, como la define Diana Johnstone, y Trump, el llamado neofascista, está el destino de EE.UU., que parece incierto .

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