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EL BULEVAR DE LA VIDA

Occidente olvidó lo principal

“El mundo anda borracho de intereses/ se internó la utopía en “el veintiocho”. Pero vuelvo a tus calles, sudoroso, y caliente el corazón para quererte”. Joaquín Umbrales

EL MISOGINO TOP FIVE DOMINICANO Los dominicanos somos miembros del sombrío club TFL, Top Five Latinoamericano en tasa de feminicidios, mortalidad materno infantil, violencia contra la mujer. O sea, que somos el “NO VA MÁS” del machismo leninismo misógino, y una M que no es de martes ni de muertes. Por temor a una sotana fundamentalista que aspira a imponer su visión de la vida y las cosas sobre diez millones de dominicanos; por temor a esa sotana, ya digo, nuestra clase política permite que se continúe asesinado mujeres, ya no sólo por la “culpa fatal” de ser mujeres, que es mucho, sino además por el “pecado mortal” de ser pobres, que es demasiado. Pero perdón, que nuestra querella no es contra el Opus Dei y sus teocráticas argumentaciones, a las que tiene democrático derecho, sino para una clase política en general y en especial para un estado nacional irresponsable, negado a su función primera que es servir de garante del respeto a la dignidad y los derechos humanos que, (y es una vergüenza tener que aclararlo) incluye a la mujer dominicana. Hablo de un estado que administra un partido todo poderoso, tan muertecito de éxitos, que se da el lujo de negarse a aplicar los mandatos de la Constitución que sus propios legisladores aprobaron y uno de sus presidentes de la República promulgó, y que ahora cito: “El Estado se fundamenta en el respeto a la dignidad de la persona (...). La dignidad del ser humano es sagrada, innata e inviolable; su respeto y protección constituyen una responsabilidad esencial de los poderes públicos. (...) Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, reciben la misma protección y trato de las instituciones, autoridades y demás personas y gozan de los mismos derechos, libertades y oportunidades, sin ninguna discriminación por razones de género, (...) condición social o personal”

MÁS PREGUNTAS SIN NERUDA Ya quisiera uno, en bulevar de viernes, extasiarse en aquellos versos que aquel capitán de Capri escribió para su generala Matilde: “una pregunta, amor, te ha destrozado”(...) No soy el pasajero ni el mendigo, vengo a vivir en tu alma: tú no puedes conmigo”, pero no. Estas preguntas nuestras, aunque sea viernes, no hablan del loco ensueño de un amor impertinente sino del deterioro social e institucional de un país atrapado en lo que he dado por llamar “arrabalización institucional”, y que nos devora cada día en cualquier parte. ¡Pobre nación la nuestra, tan cautiva de sus fantasmas! La misma patria que crece económicamente como nadie -según la CEPAL-, pero muere ética y socialmente como pocas. Y todo, en un mundo que por globalizar sus capitales ha terminado globalizando la guerra y el miedo. Guerra en todos lados y a cualquier hora, porque sus dueños -gobiernos y grandes corporaciones- olvidaron “lo principal”, que no era más que enseñar lo que todos los guías espirituales del mundo vienen repitiendo desde hace 2500 años o ahora mismo, desde Confucio a Buda pasando por el Dios Jehová de los cristianos o el Mahoma de los musulmanes, por Krhisnamurti, Gandhi o Martin Luther King, o sea: “Que somos los demás de los demás; que lo mejor de nosotros son los otros, que todo el mundo es mi casa y la humanidad toda es mi familia; que no es más rico quien más tiene sino quien menos necesita”, y en ese plan. Olvidamos “lo principal” y así nos va, nos está yendo en Oriente Medio arrasado durante siglos por los “civilizados” intereses de las corporaciones de Occidente que en complicidad con sus gobiernos se inventaron “armas químicas” para robar petróleo y asesinar niños en Irak. Y así nos fue en aquel 11-S de New York, en Atocha, Madrid; y ahora cualquier día en París, Niza, Múnich.

¡OCCIDENTE TEME. TENEMOS MIEDO! La incertidumbre de la muerte nos paraliza a todos. Nuestros hijos son los primeros hijos a los que sus padres dejaremos un mundo más incierto e infeliz que el que nos dejaron a nosotros sus abuelos. ¡Quién lo diría! Con tanta tecnología para siempre, con tantos bienes materiales como nunca... ¡Joder, ahora sí que somos pobres!

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