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ORLANDO DICE

El liderazgo en el PLD

NO PROBLEMA, SOLUCION.- El reporte de mitad de temporada da cuenta de que Leonel Fernández lleva las de perder en el PLD, y que en cada oportunidad de confrontación sale como el perro cobarde con el rabo entre las piernas. A veces conviene observar la política por las ventanas, a modo de acecho y ante la situación de puertas cerradas, o la del frente o la del patio. El último Comité Político, por ejemplo. Se esperaba a Danilo Medina con Leonel Fernández entre los dientes, como tigre sangriento que vencía en lucha abierta a un león acoñado. Sin embargo, no fue así. Se reunieron, hablaron, negociaron, y cuando llamaron al vocero oficial Reynaldo Pared, este vio humo blanco, signo claro de que había papa. Los cardenales habían encontrado vía de avenimiento, de entendimiento, y no habría cisma en la iglesia, es decir, en el partido. Viéndolo en esa perspectiva, o teniendo a mano el resultado, hay que convenir en que por ahora, Medina y Fernández no son el problema, sino la solución. El escarceo de rompimiento no era de ellos, sino de sus seguidores, que anunciaban el impasse, denunciaban el problema y cruzaban los dedos aguardando lo peor...

CUANDO NO ERAN DOS.- Si se recapitulara en esta política de ventana, se recordarían situaciones que al parecer están en el olvido. Por ejemplo, cuando el PLD era de uno solo, y no de dos, como ahora, las crisis cumplían su designio: Se producían expulsiones o abandono de las filas, sin que los peledeístas encontraran fórmulas de avenimiento, de entendimiento, o maneras de conservar la unidad. El liderazgo de ahora, aun cuando mantiene a los compañeros o a los grupos en zozobra permanente, revela mayor inteligencia emocional, más control de ánimo y sobre todo cálculo frío. Ni Danilo Medina ni Leonel Fernández han hecho lo que se espera que hicieran, de uno mandar al otro a los quintos infiernos, es porque ninguno es hombre o político de exabruptos. Saben aguantar abajo y contenerse arriba, y cada cual en su momento demostró esa rara cualidad de político. Es más, de ser así, con ese jueguito de muchachos grandes, llegan al Bicentenario, si sus oponentes no toman cartas en el asunto...

LA OTRA REALIDAD.- Estas apreciaciones no niegan la otra realidad. La suerte de dos conviene y favorece por un lado, pero afecta y dificultad por el otro. Los peledeístas no se ocupan de sus asuntos como partido, no abordan las tareas pendientes, porque para ellos lo más importante por ahora es ser de Danilo Medina o de Leonel Fernández. No es que hayan entregado las cabezas, como en el conocido cuento de Juan Bosch, pero sí, como en la canción, las pierden por amor. O al uno o al otro. Con caudillismo, aunque sea a medias, no pueden lograrse los niveles de institucionalidad que necesita ese partido. El poder da, pero el poder ?por igual? quita. Y son los peledeístas que se las cantan y se las lloran, pues hablan de prácticas, reconocen situaciones y el imperativo de superarlas. ¿Para qué celebrar un congreso y dejar sobre la mesa las conclusiones ? En el último Comité Político nombraron unas comisiones, pero surge la inquietud, nace la pregunta: ¿ Acaso no existían ya ? Desde fuera se cree que tocar el tema fue una forma de salir del paso..

LIBRO EN ESPIRAL.- Los trabajos en cierto modo se acumulan. En la pasada reunión se entregó a cada miembro del Comité Político un libro en espiral. Ningún reportero advirtió o se atrevió a preguntar, y debieron haberlo hecho, pues era un informe detallado de las pasadas elecciones. El material, muy minucioso, fue con la finalidad que lo estudien, conozcan situaciones posiblemente inéditas y hagan las anotaciones de lugar. Conviene saber por qué se ganó en determinadas demarcaciones, pero también por qué se perdió en otras, de manera que puedan repartirse las felicitaciones, pero también las reconvenciones. La espinita de la traición no será fácil de sacar, pues entre las muchas razones para la displicencia, el arrebato o la alevosía estuvieron los forcejeos de grupos. Además, cuando se desatan las pasiones, y la defensa se hace con espada ajena, las amenazas o las sanciones pueden convertirse en derrotas. Lo ideal sería castigar, pero lo conveniente es dejar el piano tranquilo, en una esquina del salón, y no tocar ninguna de sus teclas...

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