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EN LA RUTA

¡Urgente!

El comportamiento cívico del país en las elecciones del pasado 15 de mayo, ha sido afeado por los incidentes post proceso que han traído incertidumbre a una población que nueve días después no tiene los resultados oficiales.

Un cuadro variopinto donde, y aunque está claro que Danilo Medina ganó válidamente la contienda presidencial, el forcejeo ha continuado en los renglones congresual y municipal. Las denuncias de graves irregularidades cometidas durante el proceso resultan tan preocupantes como el que en las 15 mil 807 mesas electorales que funcionaron en la contienda no haya habido ni siquiera una sola acta impugnada.

El escenario, con acciones, proclamas y estridencias, incluso vandálicas de parte de los afectados, pasó de lo partidario a lo particular porque en sus reclamos los afectados no se detienen ante aliados o contrarios ni ante siglas ni colores. Los que ganaron ganaron dicen que todo estuvo bien, pero los que perdieron piden reconteo sin importar lo que diga su partido ni que su contrario sea su compañero.

Situaciones que nos muestran la orfandad que tenemos en materia electoral así como la imperiosa necesidad de una Ley de Partidos y una adecuación a la legislación 275-97 que rige la materia. Instrumentos que pongan orden a la desorganizada casa electoral en que habita el país político y establezcan límites y sanciones a sus efervescentes actores, sin distingo de banderías.

Y es que si bien estas fueron las elecciones más complejas de toda la historia democrática, donde más de 24 mil personas se disputaron 4 mil ciento seis posiciones, muchas de ellas con la característica del voto preferencial, no es menos cierto que si se hubiese tenido un buen respaldo tecnológico de escrutinio, las mismas hubiesen sido perfectamente manejables.

El factor humano, por su propia naturaleza e imperfección, siempre será un elemento contaminante.

Por cuanto el propósito de las autoridades electorales debe ser lograr establecer un esquema computarizado revestido de las debidas garantías (que aunque en esta ocasión no se tenía, si se puede) para que como sucede con los productos en los supermercados, sea un lector el que simplemente diga lo que es, cuanto es y cómo es lo que se le pone en frente.

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