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Gracias a más de 17 mil capitaleños

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Vinicio A. Castillo SemánSanto Domingo

Al momento de escribir este artículo tengo en mis manos el último boletín de la Junta Central Electoral, que computa faltando casi el 10% de los colegios del Distrito Nacional un 3.80%, con lo que se proyecta una votación en mi favor de más de 17,000 capitaleños, sin contar con los votos preferenciales que me puedan ser sumados en el escrutinio ordenado ayer por la Junta del Distrito Nacional, relativo al 32.88% de colegios de la jurisdicción, cuyas actas C-1 no fueron llenadas en los colegios.

Doy las gracias públicamente a quienes votaron por mí y por nuestros diputados en la casilla No. 10 de la Fuerza Nacional Progresista. Combatir una maquinaria multimillonaria en el poder no fue nada fácil. Reinaldo Pared contó con 18 candidatos a diputados en las tres Circunscripciones del Distrito Nacional, que gastaron cientos de millones de pesos y que usufructuaron el favor del voto clientelar que les asegura detentar el poder del Estado.

Nuestros más de 17,000 votos en la capital, en cambio, no se sustentaron en el clientelismo ni en la compra de conciencias, ni en el uso abusivo de los recursos multimillonarios que da el poder. Se sustentaron en un discurso de defensa férrea de la soberanía de la República Dominicana y de los valores cristianos de esta nación.

Nuestra campaña no tuvo recursos para poner una sola cuña en un canal nacional UHF; no tuvo los recursos para sustentar un cuerpo de delegados que hiciera frente a las innumerables trampas y fraudes cometidos en nuestro perjuicio el día de las elecciones (eliminación de votos preferenciales, marcado de boletas para anulación). FNP no tuvo la suerte del PLD en el Distrito Nacional para que la mayoría de los presidentes de colegios fueran miembros de su partido o estuvieran en su padrón de simpatizantes.

Que más de 17,000 dominicanos residentes en la capital votaran por mí en este mar de corrupción, clientelismo y desigualdad electoral en la que competimos, es una proeza que me llena de orgullo y me hace pensar que, por maleado a que veces se piense con razón, está el país, hay mucha gente que comprende los peligros a que está expuesta nuestra querida nación.

Según el boletín 10 de la Junta Central Electoral, en la Circunscripción No. 1, donde las garras del clientelismo corrupto es menor, nuestra votación subió a 6.02%, lo que indica que hay reservas pensantes en nuestra sociedad que, con todos los factores adversos que he citado, creyeron en nosotros, en nuestros diputados, en nuestro partido, para enviar un mensaje de que no todo está perdido en la defensa de la República y los valores cristianos.

Mi votación en el Distrito del domingo 15 de mayo, según los cómputos oficiales que hemos cuestionado severamente, sobrepasará los votos obtenidos a nivel nacional por el expresidente Juan Bosch en la primera experiencia del Partido de la Liberación Dominicana en 1978. Bosch en aquella ocasión, que ya había sido presidente en 1962, no se amilanó, ni se defraudó. Por el contrario, aumentó su ímpetu y su lucha apegado a la dignidad que lo acompañó hasta la muerte en la que nunca transigió, no importa lo adverso que le fueran las circunstancias. Quizás por eso mi admiración por él y por mi padre siempre se acrecentó. Porque, como le pasa a los grandes líderes de las naciones, tienen una fortaleza espiritual y dignidad fuera de lo común, que le permite ver después de la curva, lo que su pueblo en determinado momento no comprende o tarda en comprender.

Cuando Juan Bosch firmó el acuerdo con Marino Vinicio Castillo y la Fuerza Nacional Progresista en diciembre de 1993, dijo en el Hotel Lina sobre nuestro Partido: “Pequeño, serán pequeños en número, pero grandes, muy grandes, en su determinación de defender esta patria”.

Sé que lo que he citado y lo que hicimos de renunciar al poder para defender nuestras convicciones y posiciones firmes en defensa de la República no puede ser comprendido jamás por paniaguados y oportunistas que ven el quehacer público como una vía para escalar social y económicamente. Por más que lo intenten, nunca podrán comprender lo que es la dignidad y la firmeza de convicciones, ni podrán entender jamás que la importancia de los hombres públicos no está en los votos que puedan sacar en unas elecciones totalmente corrompidas.

La Fuerza Nacional Progresista cumplió con su deber sagrado de defender en la batalla electoral la bandera de la dominicanidad y de los valores cristianos; no nos vendimos, ni hipotecamos a nadie nuestras convicciones. El inexorable paso del tiempo nos dará la razón de todo cuanto hicimos y empequeñecerá en la historia a los pigmeos que, haciendo la ostentación del poder, creen haberse impuesto.

Gracias a los más de 17,000 votos de los capitaleños que nos apoyaron y a todos los que igualmente lo hicieron por mi hermano Pelegrín y por todos nuestros candidatos a nivel nacional. Tengan la seguridad que no los defraudaremos nunca y que la historia determinará que hicimos lo correcto en la difícil coyuntura en que hoy vivimos.

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