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ORLANDO DICE...

Protestas frente a la JCE

LA PARADA.- La información que se manejó la semana pasada era de que grupos de protesta se presentarían a las instalaciones de la Junta Central Electoral a reclamar el conteo a mano. Lo que leí en las ediciones online de los periódicos en la mañana de ayer era que la presidencia del organismo había decidido despachar a sus empleados como una medida de precaución. A la hora de escribir estas notas no sé si tuvo lugar la movilización, pero sí que en el edificio no quedó un alma. Si acaso la Policía Militar Electoral. Ahora ¿por qué y para qué tenía que realizarse esa movilización? Los partidos políticos reconocidos tienen representación en las diferentes instancias de la Junta Central Electoral. No solo los delegados técnicos y políticos, sino que igual en los niveles superiores. No debe olvidarse que el nombramiento de sus miembros se hace mediante reparto, y que cada cual -se supone- debe velar por los intereses del sector político que lo acredita. Cualquier diligencia, queja o demanda debe hacerse sin dificultad. Si la Junta Central Electoral complació a Participación Ciudadana en exceso ¿cómo se explica que la sociedad civil la someta a nuevas presiones?...

¿EL MUERTICO?.- No puede decirse que sea buscando “el muertico”, pero si vale recordar el saldo negativo, trágico, de esas visitas tumultuarias a las instalaciones de la Junta Central Electoral. No debe olvidarse la granada del 1982, tirada o dejada caer en el interior del edificio, o el tiroteo del 1986 en los frentes en que murió una reconocida dirigente de base del que ese entonces era partido de gobierno. Las circunstancias debieran ser distintas, pero las actitudes se mantienen, y cuando se chequea bien, se descubre que no solo el ánimo, sino también la misma gente. ¿Por qué violencia al final, si la campaña transcurre tranquila, como nunca antes? No puede calificarse de fenómeno, pero sí llamar la atención que hasta ahora fue más el desacato en el interior de los partidos que en el escenario exterior, entre rivales naturales. El transfuguismo, por ejemplo, fue un desahogo hacia adentro, aun cuando se expresara afuera. E incluso habrá más competencia entre integrantes de una misma casilla que entre boletas. El voto preferencial hace de cada aspirante un Caín, o por lo menos a nivel de diputados...

A PESAR DE.- La campaña transcurre tranquila, con un sosiego inusual, a pesar de que se celebran más actividades al aire libre que bajo techo. Debiera ser lo contrario, pero no lo es, y debiera ser lo contrario, puesto que estando los bandos en las calles, mayores serían las oportunidades de encontrarse y más las posibilidades de que se produzcan los conocidos enfrentamientos. La situación luce interesante, aunque tampoco es nada del otro mundo. La beligerancia es escasa porque la competencia es poca. Desde un principio la distancia entre los principales candidatos fue tanta que no llegaron a polarizar. Igual a confrontarse. Nunca hubo cuerpo a cuerpo. El candidato oficial siempre se manejó con superioridad y no aceptó al contrario como oponente real. Las encuestas por un lado y el no debate por el otro impidieron que la pugnacidad se saliera de madre, y si no arde París por arriba, tampoco por abajo. De ahí que sean extraños los que asuman una lucha que pudo ser y no fue, y que en las actuales condiciones no lograrían cambiar la correlación de fuerzas...

TODO SE SABE.- El resultado por demás hasta ahora es auspicioso, y puede decirse que se consigue más por las buenas que por las malas. Desde hace día se lleva cuenta de las habladurías que llegan a los organismos de inteligencia, DNI, J-2, y estos hacen lo que tienen que hacer, poner esas informaciones en manos del encargado de la Policía Militar Electoral, a fin de que tome las medidas de lugar, haga las previsiones que impongan las circunstancias y se eviten situaciones que afecten el proceso. Una elección la pierde cualquiera, y así como hay un 2016, habrá un 2020. Además, Luis Abinader no salió a combate con el mejor de los ejércitos, ni los cálculos de los suyos lo favorecen, puesto que hay compañeros que están jugando en mesa propia y no muestran todas sus cartas. Lo que no puede perderse es el sentido de la realidad, e incluso las condiciones personales o políticas que permitieron llegar a donde se haya llegado. Abinader tiene que reconocerse como un líder moderado, y haría mal a su causa si deja que otros hagan cosas en su nombre...

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