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EL ROEDOR

De Cantinflas a Chapulín

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Aristófanes UrbáezSanto Domingo

--“El mundo ha adquirido un grosor tal de vulgaridad, que expulsa con fuerza de catapulta al hombre espiritual”. (Charles Baudelaire)--

1.- En medio de una ‘revolución lumpen”, como denunció Joaquín Villalobos, lo primero, si hay algo que hacer, es apurar la educación de masas a través de los organismos fácticos del Estado y reservar una buena tajada para crear programas de TV y radios bien estructurados por profesionales de la conducta que tengan sus cabezas bien puestas, sin brumas, que pueda quitarles buena parte de los descarriados a este mundo light, civilización del espectáculo, la codicia y el afán de lucro, promovidos por los imperios, la falta de Justicia, y los agentes criollos de la barbarie, que se promueve por los medios y redes sociales con una insensatez que mete miedo. Los hechos que acaecen en la sociedad dominicana y mundial, son ominosos y no dejan lugar a duda que el “olor podrido en Dinamarca” que detectó W. Shakespeare, todavía hiede más, porque la naturaleza humana es la misma en todas las épocas y sólo la educación, según Platón y Rousseau, pueden salvar a nuestros hijos. ‘Tamos mal, Franjul, y RD peor que los demás, porque hasta la famosa esperanza del PLD se ha vuelto díscola.

2.- ¿Y C”MO ES POSIBLE que en este país navegue en el absurdo y la sinrazón sin que el PLD la combata con una férula no autoritaria, sino racional, que detenga la disparatada con intransigencia? Ahora, estamos en las ramas, y tal como decía Moscoso Puello, “el que nació coco, de piñonate no pasa; y si mira hacia las pencas de coco, no está pensando, sino acordándose del piñonate”. Unos analistas del Gobierno, pagados o no, han dicho lo que está a ojos vista: que el candidato que papá HM, llamó “la tayota” -no la Toyota--, y que todo el que sabe la agudeza del campesino de Gurabo, entiende lo que quiso decir: que nunca ha pegado una (y que hasta le endosó a su hija a ver si animaba el asunto, y sigue igual), porque se ha dedicado al ‘denuncismo’, que acompañado de su escaso carisma, no ha presentado a la gente “una ruta sensata y realizable” y que ha dado una deprimente muestra de su discurso económico, que es pura jerigonza, porque desconoce, pese a ser profesional en la materia, los conceptos y categorías de dicha disciplina; además, dedicado al final de la campaña a decir que doblará todo lo hecho por otro, pero sin indicar las fuentes de dónde saldrán los fondos; digo, la JCE se ha pasado el tiempo discutiendo, como puros areópagos, sus dislates e inventos, cuando su ley indica qué es lo debe hacer. ¿Miedo? Pero es lo que han hecho desde siempre apoyados por su “izquierda burra” y su ‘suciedadcivil’, que ni eso han sabido aprovechar, aunque sí desacreditar.

3.- NOS HEMOS PASADO todo este tiempo en una escala absurda y atorrante: que si el huevo es de lagarto, de paloma, de gallina, de salmón, de hicotea, de avestruz, de dinosaurio; antes, Ley de Lemas, Concordazo, granadazo, palitazos; que el Quirinazo, que los drogazos, que el Fallo Histórico; que los tedenciazos; silletazos; quemas y ocupación de localsazos; avionetazos; matansazos. Y el PLD temblorosazo; los muertazos. Si los bandos se presentan con las mismas ideas y apercibimiento, tenemos lo de Euclides: dos PRD. ¿Caben, sin el despeñadero?

4.- Y ASÍ LLEVAN al matadero a la República, a aumentar la “anomia” del Estado; unos viviendo como los personajes de Franz Kafka, pintando la realidad a su modo con brochazos de mierd (.), a lo Antonin Artaud (todo lo que huela a ella, ¡es materia!); y otros, violando la “dictadura de Ley”, cediendo derechos, consintiendo, huyéndoles a su propia mala conciencia: metecos y capuletos, que nos llevan al siglo XVI. Al fin: “hijos bastardos de Voltaire” (Francois-Marie Arouet). Prepotentes. No hay siembra del espíritu, sino cháchara y rendición. Parecen estar sembrados “en el agua helada del cálculo egoísta”. Al fondo: la cáscara del signo ‘lingual’ de Raful, tras el rastro de los reptiles, aplaudido por el corro de Palacio y apoyado por el “callejón de los milagros”. ¡Ay, Dios mío! ¡Ay, Juan Bosch!

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