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FUERA DE CÁMARA

Arreglar lo que está bien

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CÉSAR MEDINALobarnechea1@hotmail.com

Mucha gente se pregunta qué buscan los Estados Unidos atizando el fuego de la inestabilidad en un país con democracia adulta como el nuestro, con falencias económicas y sociales propias de su nivel de desarrollo pero en constante crecimiento y sin ningún riesgo de su sistema político.

Pero nadie puede hallar una respuesta lógica fuera de la vieja costumbre imperialista de querer siempre arreglar lo que está bien, de intentar pegar lo que no está roto, de pretender enderezar lo que no está torcido. Para luego llorar sobre la leche derramada.

Ha sido esa la historia de los Estados Unidos que nunca han sabido administrar bien su dominio político y sólo ponen atención a los verdaderos problemas de los pueblos cuando ven amenazados sus intereses en función de su hegemonía regional.

Ni siquiera la guerra fría --que terminó hace casi un cuarto siglo-- evitó que los Estados Unidos persistieran en su error de mirar de reojo a Latinoamérica y tratar de poner candado después de la visita del ratero. No le ha bastado el ejemplo de Cuba y su significación histórica, económica, política...

... O más reciente aún, los casos de gobiernos rebeldes a su absolutismo y control, como el de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Brasil o Argentina de los Kirchner.

Las políticas estadounidenses hacia Latinoamérica han adolecido de las delicadezas más elementales y antes que invocar solidaridad y hermandad, han provocado malestar y odios difíciles de superar aún en tiempos de paz y de crecimiento económico.

Ha sido esa su mayor falla en unas relaciones que siempre han debido ser armoniosas y respetuosas a pesar de la enorme diferencia en términos de desarrollo.

... La bota en el cuello

En nuestro caso, los errores de Estados Unidos son recurrentes al inobservar de forma indelicada un principio cardinal de soberanía que nació casi 400 años antes de la lucha independentista, en los inicios del siglo XVI con la sublevación de Enriquillo y el Cacicazgo de Jaragua contra los españoles.

Está claro que los norteamericanos jamás han valorado la mano amiga de los dominicanos y que en todas las coyunturas históricas nos han pateado, ocupado militarmente --dos veces el siglo pasado--, y vulnerado de manera infame nuestra dignidad como nación independiente.

Hace apenas unos días --el pasado jueves 28 de abril--, se cumplieron 51 años de la ocupación norteamericana de 1965 y no pudo ser más ocurrente la coincidencia de la presencia por aquí del subsecretario de Estado de los Estados Unidos, Juan GonzálezÖ

... Coincidencia curiosa a pocos días de las elecciones y con un embajador metiche, indelicado y aparatoso como Wally Brewster.

Mucho más claro...

Las cosas, sin embargo, se han ido aclarando con el paso de los días.

Ya sabemos que a Brewster le dieron un “jalón de oreja” en presencia del presidente Medina, a quien el subsecretario González hizo saber que Washington no tiene quejas sobre el montaje de las elecciones dominicanas.

Más que eso, le dijo que el Departamento de Estado sabe perfectamente cuál será el resultado electoral del día 15 porque también hace encuestas y estudios sobre el posicionamiento de los partidos y de los candidatos.

Estas preguntas, en consecuencia, no dejan de ser pertinentes:

¿Por qué tienen los Estados Unidos que meter sus narices en los asuntos políticos nuestros? ¿No es suficiente la inquietud que les provoca Trump?

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