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FUERA DE CÁMARA

¡Hatuey, mi querido amigo!

Tiene uno que escuchar cualquier cantidad de cosas después que la tecnología permite libre acceso a las redes sociales, que no necesariamente a la inteligencia, a la educación, al sentido común, a los buenos modales para debatir principios y confrontar ideasÖ

Ö Cuando escribí hace unos días sobre Hatuey de Camps y dije que él debería regresar al PRD, el partido que lo vio nacer como líder político, no estaba dándole la extrema unción ni despidiéndolo de esta vidaÖMenos aún deseándole la muerte, como dijo un lenguaraz. ¡Dios me libre!

Porque aún con plena conciencia de que todos vamos a morirnos, Hatuey de Camps no ha dado notaciones de que tiene los días contados. Al contrario, es candidato presidencial a las elecciones del 15 de mayo y aparece en la televisión de lo más campante, aunque se nota desmejorado.

Lo que dije, y reitero, es que Hatuey debe volver al PRD, un partido del que nunca debió haberse ido, y llevarse de vuelta a toda su gente para que al dejar este mundo --en la fecha que sea, dentro de mucho o dentro de poco--, su nombre sirva de ejemplo a las futuras generaciones de perredeistas.

Ponerme a decir algo distinto o interpretar maliciosamente mis mejores deseos para un viejo amigo como Hatuey, es perversidad de marca mayor que no puedo dejar pasar de forma inadvertida.

... Es un viejo sentir No es la primera vez que lo digo: de siempre he sustentado la teoría de que nadie tiene mayores méritos que Hatuey en el Partido Revolucionario Dominicano, ni siquiera su gran líder, el doctor Peña GómezÖ y esas son palabras mayores cuando se hurga en la historia del PRD.

Porque Hatuey fue el único que permaneció en su partido cuando la gran división de 1990. Peña y Jacobo, que se disputaban sus siglas, acordaron “dejar el partido en latencia” mientras ellos montaban tienda aparte para ser candidatos cada uno con sus propias siglas, el BIS y el PRI.

Hatuey “se paró en dos patas” y literalmente tomó la sede central del PRD de la avenida Bolívar y dijo que el partido no podía disolverse porque los dos líderes de entonces no fueran capaces de ponerse de acuerdo en torno a candidaturas que nunca dejarían de ser coyunturales.

Ya antes, en la división de 1973, el propio Juan Bosch llamó a Hatuey, que entonces estudiaba Ciencias Políticas en la Sorbona y vivía en París, para que le acompañara en la formación de un nuevo partido, el PLD. Hatuey le respondió: ¡No, mi querido profesor, yo me quedo en el PRD!

Con esos antecedentes He partido de esos antecedentes y de muchos otros ejemplos que no cabrían en este columna para defender el retorno de Hatuey al PRDÖ

Ö Pero otra razón muy válida es su condición actual de salud: todos lo hemos visto en la televisión desmejorado físicamente, y aunque no soy su médico ni conozco su pronóstico clínico, todos queremos que Hatuey supere sus dificultades de salud.

Él, de por sí, es un gladiador de la vidaÖ También he dicho eso.

De cualquier forma, sus energías no son ya las del líder estudiantil, ni las del dirigente federado de la brega universitaria y ni siquiera del secretario general de aquél PRD callejero.

Pero, además, lo tengo bien claro: ¡Hatuey no será el primero en salir vivo de este mundo...

¡...Yo tampoco, por supuesto!

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