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EL BULEVAR DE LA VIDA

El Soberano: vox populi, vox Dei

VIENA MANDA

Al imperio, su procónsul, sus jóvenes subsecretarios de correcto español en pasillos palaciegos, les preocupa lo mismo que a nosotros, sólo que por razones diferentes. Uno aspira a una democracia participativa, transparente y competitiva, donde la existencia de una verdadera alternativa electoral presione a quien esté al frente del Ejecutivo a hacer las cosas cada vez mejor, siempre bajo la mirada escudriñadora de los electores convertidos (algún día por la gracia de Dios y su María Magdalena) en verdaderos ciudadanos. Queremos lo mismo que el Imperio y sus señores, pero no por las mismas razones ni por los mismos medios. Así como un reconocido grupo económico de nuestro país decidió hace años promover a un joven político y le brindó todo el apoyo del mundo para que avanzase en su carrera; así deben hacer los señores pro-cónsules, su USAID, y su María Santísima, con nuestra clase política de oposición: Deben capacitarla, motivarla e incluso (con cierto disimulo) hasta financiarla, (“echarle una mano”) pero guardando el debido respeto a las normas nacionales y los mandamientos diplomáticos que resumen los Convenios de Viena.

“SOLTAR LOS PERROS”.

Ante la realidad electoral que todas las empresas encuestadoras presagian, y que hace sumamente difícil la derrota del PLD en las próximas elecciones, la estrategia del gobierno de los Estados Unidos no puede ser confrontar a la Junta Central Electoral, desacreditar el proceso, y crear las condiciones para una crisis política nacional que no tendría ganadores. No deberían hacerlo. Sin embargo, todos los informes, caminos reales o veredas, los comentarios, declaraciones y artículos, apuntan a que, ante la imposibilidad de derrotar al PLD o disminuir su poder de influencia y control de la vida institucional del país, se está jugando a poner en peligro el proceso electoral atacando al árbitro, poniendo en juego la estabilidad democrática, la paz socialÖ “y así no podemos, profesor”.

TODO MENOS ROPA

Coincido con la Embajada y su sociedad civil local en que a la democracia dominicana le haría muy bien la existencia de una verdadera alternativa política que presione a los peledeístas a hacerlo bien y frenar sus éticos excesos tan impunes ellos. Nuestra democracia necesita con urgencia un partido opositor, solo que, lamentablemente, como “al que tá desnú tó le viene meno ropa”, el PRM y sus señores no han sido capaces de convertirse en ese tan necesario partido, atrapado en el peor pasado, coleccionando lo peor de cada casa, sumando torpezas, huyendo del futuro, como si a los pueblo pudieran salvarlo sus verdugos. Pero mientras se construye esa alternativa se deben respetar las elementales reglas de la democracia en donde gana elecciones quien obtiene más votos. Los místeres de la Embajada, el Departamento de Estado y sus fuerzas operativas locales no deberían “soltarle los perros” a una JCE que es cada vez más reconocida internacionalmente, y mejor valorada por los dominicanos, cosa que ha venido a mostrar una vez más la encuesta Gallup-HOY de esta misma semana.

“NUESTRO VINO DE PLATANO, NUETRO VINO”

Las calidades y legitimidades no las otorga ninguna embajada sino el pueblo dominicano en las urnas. ¡Cuidado! Así como existe una dignidad que el invasor no puede alcanzar (ayer fue 28-A), digamos que el más impresentable de nuestro senadores, el más insufrible de nuestros diputados o alcaldes, posee una legitimidad, una representatividad que no puede tener y mucho menos asumir ningún embajador por imperial que sea su país, ni ninguna organización civil local por más aportes realizados a favor de nuestra democracia Recordemos la sentencia del apóstol cubano: “Nuestro vino de plátano, nuestro vino, y si sale agrio, es nuestro vino”, para pasar a tinto Ch‚teaux Margaux están las elecciones.

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