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El dilema haitiano

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Silvio Herasme PeñaSanto Domingo

La Real Academia de la Lengua Española define el término “dilema” como una “situación en la que es necesario elegir entre dos opciones igualmente buenas o malas”, y ese es, precisamente, el triste episodio por el que atraviesa en este momento la República de Haití.

¿Cuáles son las fuerzas que pugnan en Haití por hacerse con el control del Estado?...No hay que ser especialmente avezado para entender que hay “algo más que canta sin estar en el canto”.

Y es que a Haití no se le puede entender como usted lo haría con cualquier otro pueblo de América Latina. Haití nació como producto de una rebelión de esclavos angustiados por el trato inhumano de los colonizadores franceses. Sólo en Brasil hubo otra rebelión de esclavos que llegaron a fundar una pequeña República negra denominada “Zumbi dos Palmares”, que permaneció diez años, pero que al final fue destruída por los colonialistas portugueses. El caso haitiano, para algunos especialistas, es muy diferente porque es un pueblo formado por esclavos sin arraigo alguno a la tierra que libertaron y ajenos a las prácticas de sociedades modernas de la época. La escuela y el pensamiento político fue sustituído por la barbarie y es así como usted se topa con el hecho inaudito de que el libertador del país y líder de la Revolución Haitiana Jean-Jacque Dessalines, muere en una asonada militar antes de dos años de instalarse la República.

Haití se revuelve -en aquella época- en las contradicciones porque una parte de la población liberada no quiere trabajar para nadie y los libertos mestizos pretenden asumir el control de la sociedad suplantando a los colonialistas. Es el fenomeno de la llamada “guerra de baja tensión”ÖNi siquiera Alexandre Petion pudo convencer a los viejos esclavos de volver a labrar la tierra y la producción del país se redujo sustancialmente.

Los esclavos, pues, querían volver a su añorada tierra en la alejada Africa, pero no hubo nadie que se empeñara en un propósito de esa embergadura y sólo quedó la frustración.

Sin amor por la tierra que odian porque fueron esclavizados y tratados como si fueran animales de carga, y sin perspectiva alguna, sólo quedó el recurso de la rebelión, una tras otra. El bandidaje estuvo de moda y sólo empeñarse en producir lo estrictamente necesario para sobrevivir.

Petion, sin embargo, comprendió el dilema y empezó a distribuir tierra entre los antiguos esclavos y fue sólo así que Haití pudo reesructurar su producción, pero que nunca alcanzó los niveles de Saint Domingue, la una vez más productiva colonia de Francia.

El poeta petromacorisano Francisco Domínguez Charro lo vio claro cuando escribió su poema sobre “El Viejo Negro del Puerto”. Y patentizó esa añoranza con estas palabras: .... “Viejo negro del puerto, retorna en el espíritu a tu selva sagrada. Embárcate en la leve piragua imaginaria de tu inconsistencia mártir, -y llora inconsolable- que en esta noche lánguida sólo un millón de estrellas verán correr tus lágrimas... ÖInútilmente sueñas con tu retorno al África”.

El golpe más efectivo contra la emergente sociedad haitiana fue el secuestro, prisión y exilio de Toussaint Louverture, quien murió de hambre y frío en una cárcel al norte de Fancia.

Luego Napoleón se lamentaría de haber tomado una decisión tan drástica y reconoció que debió gobernar a Saint Domingue con el carismático Toussaint, pero ya era tarde para él, para el líder antiesclavista y el propio pueblo haitiano. Los esclavos de la colonia francesa no recibían ningún tipo de educación; no sabían leer ni escribir y sólo algunos aisladamente accedían al conocimiento como el caso de su líder Toussaint que a los 40 años no sabía leer ni escribir y terminó su vida luego de leer los más excelsos volúmenes clásicos.

Ese pueblo fue entrenado para enfrentar primero una cisma con la Iglesia Católica y el adoctrinamiento en el vudou, que era una fé animista que recurría a prácticas muy esotéricas. Pese a todo, Haití sobrevivió y dirigentes como Petion, e incluso el mismo Henri Chistopher quien se hizo fuerte en Cabo Haitiano al escindirse de Puerto Príncipe tras la muerte de Petion.

Esas pugnas siempre han sido características de la sociedad haitiana y ahora sufre la intromisión de la política estadounidense, de la Unión Europea y el llamado “Caucus negro” compuesto por lideres negros en el Congreso de Estados Unidos. La inestabilidad haitiana de hoy es el producto de choque de intereses caracterizados por el expresidente René Preval y el recién cesanteado Michel Martelly. Uno quiere volver con un hombre suyo, y el otro se quiere quedar dejando en su lugar a un amanuense.

Surge así el llamado “G8” que plantea legalidad ante todo, pero la excitación en las calles parece anunciar algo que ya dijimos hace muchos años: Un grupo se impondrá al otro y establecerá un gobierno fuerte durante unos veinte años. De ahí podría surgir cierta estabilidad, pero también muchos más sufrimientos para una sociedad que sólo en tiempos de carnaval respira paz y diversión.

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