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EN PLURAL

¿Imprudencia o intolerancia?

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Yvelisse Prats Ramírez De PérezSanto Domingo

Nací en 1931, y por tanto crecí y me hice adulta en el triste y oscuro período de los 30 años de la tiranía de Trujillo.

Una de las características de la Era fue la censura de cuantos libros y revistas parecían despertar o alentar análisis críticos a quienes los leyeran. Del mismo modo, no se mencionaban los nombres de periodistas, poetas y literatos que desde el mundo libre escribían temas “peligrosos”.

Recuerdo que papá me comentó que en ocasión de otorgársele el Premio Nobel de Literatura a Gabriela Mistral, la prensa dominicana hizo grandes elogios sobre ella y hasta sugirió que nuestro país le hiciera una invitación oficial para homenajearla.

Una declaración enérgica de la poetisa chilena sobre las “Dictaduras del Caribe”, giró bruscamente el tono de los elogios, que empezaron a ser desabridos y finalmente abiertas críticas contra Gabriela Mistral.

Recuerdo el caso, sobre todo el contexto político que lo originó, por su parecido con el suceso de esta semana: el otorgamiento del Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña a Mario Vargas Llosa y el increíble gesto de intolerancia de funcionarios del mismo gobierno que a través del Ministerio de Cultura, otorgó ese premio.

Dos aspectos llaman la atención ante este “destape” de una censura a la expresión y difusión del pensamiento que consigna la Constitución en su artículo 49, el primero que nos retrotrae al pasado y nos erizó la piel en el temor de perder hasta el inalienable derecho a refugiarse, ante la fea realidad, en el pequeño gozo de leer y de admirar a quien nos da la gana.

El segundo, la absurda aseveración de que el premio a Vargas Llosa es una indiscreción política, eso muestra una estrechez de mira y una ignorancia supina propias de quienes no aman ni conocen la literatura, las letras y sus fueros. No se condena por sus opiniones políticas a quienes tienen el don divino de producir belleza. Si así fuera, los poetas “malditos” franceses no serían conocidos, a Oscar Wilde no lo leerían sino los “gays”.

No me gusta el Vargas Llosa humano, no solo por su conservadurismo de derecha en política, sino por actitudes personales que no cuadran con mis preferencias y mis rebeliones ante lo que llaman en España “las castas”.

Su talante obsequioso al compartir mesa con la hoy reina de España, Letizia, tan estirada, me pareció impropia, me lo achicó; luego su veleidoso romance con la Presley, que debe haber leído lo más una docena de libros en su vida, luce “snob”, y ni hablar de sus posiciones ideológicas que parecen surgir de las cavernas, a veces.

Pero he leído y valoro su prosa de escuetos párrafos, en lo que nada falta ni sobra para ser entendidos, que pintan plásticamente el cuadro de la descripción o de la narración que contiene.

Aunque por mi terquedad y mis preferencias soy más “fan” de García Márquez, con sus delirios y sus tempestades de florecillas amarillas, aprecio igualmente merecidos los Premios Nobel que ambos recibieron.

Y me preocupa, como dominicana, como política y como lectora, el juicio, ese sí “muy imprudente” de funcionarios de este gobierno que nos desacreditan ante el mundo que le ha otorgado a Vargas Llosa más de 300 premios.

No por su aversión a Fidel Castro, o por su defensa acérrima del Mercado neoliberal, que eso no lo comparto, ni mucha otra gente, sino por esa prosa límpida, desprovista de retórica, sustantivas y perfectas, que deja un modelo a los jóvenes que cada vez necesitan más de buenos ejemplos en el uso de nuestra Lengua.

La intolerancia que demuestra esta airada reacción de los funcionarios de Palacio calificando de “imprudente”, el Premio Literario, y pretendiendo así con insolencia, crear nueva categoría estética, muestra la zafia cultura de quienes se atreven a denostar intelectualmente a Vargas Llosa, y a un jurado internacional respetable y la estrechez de miras democráticas de quienes nos gobiernan, espero que por poco tiempo.

Además, lo poco y mal que leen. Porque el que consulta las declaraciones que hizo Vargas Llosas sobre el tema haitiano, perciben más flores que espinas, para nuestro país y sobre el entonces presidente Fernández.

La crítica directa sobre la sentencia del Tribunal Constitucional era puntual, compartida por muchos, incluso por la autora de este En Plural.

Ojalá que esta intolerancia ofensiva a la cultura literaria fuera vigorosamente rechazada por los verdaderos intelectuales dominicanos.

Yo, que soy una simple maestra y política que escribe lo que piensa y lo que siente, le digo al Vargas Llosa que admiro lo que escribe, aunque disiento de muchas de sus opiniones políticas.

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