Disquisiciones

No es necesario hacer un catálogo de ejemplos, en proyectos, planes, presupuestos, tanto del pasado reciente como del presente, para demostrar que la corrupción ha sido y es, a diferentes niveles de los sectores públicos y privados, una enfermedad que corroe las entrañas de la sociedad dominicana.

Esta verdad no hay que repetirla, es visible y todos los sentimos a diario si no fuera porque muchos dominicanos parecen indiferentes a las lecciones que encierra.

La aceptacion, tanto de por omisión como por comisión, de los males que provoca la corrupción, no ha dejado de preocupar a buenos dominicanos, a pesar de que hay quienes los consideran concretarlo como un estilo de vida. De ahí que, con cierta razón, se viene observando desde hace tiempo la indiferencia que nos embarga en el acontecer nacional a consecuencia de dos factores a través de los años: “La sed del poder político y el deseo de acumular riquezas personales a cualquier costo”.

Ambas cosas son muy fuertes para erradicarlas, y cualquier esfuerzo está destinado al fracaso, y por tal razón llegan a la convicción que es más sensato ignorarla o aceptarla como un mal inevitable.

De otro lado, es de lugar señalar que, a menos de cuatro meses para las eleccciones generales las últimas encuestas muestran una tendencia a la bipolarización con una reducción en las preferencias a la reelección del presidente Medina, despertando nuevas posibilidades en alentar la ilusión de un cambio político.

Desde luego que Danilo conserva ventajas para ganar, y por supuesto, con los recursos del poder que con tanta efectividad se vienen utilizando.

Analistas económicos y políticos refi eren que en la forma en que el mandatario utiliza los recursos públicos a su favor es preocupante, además, se tiene la percepción en las encuestas nacionales más acreditadas sobre la falta de transparencia y la corrupción predominante. Con el agravante que un 60% de jóvenes simpatizantes por el partido de gobierno afi rman que hay más corrupción que antes. Por lo que se abrigan las dudas sobre una gran crisis fi nanciera después de las elecciones.