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ORLANDO DICE...

Habló el Palacio Nacional...

IMPRUDENTE, DESCONSIDERADO.- Roberto Rodríguez Marchena declaró en un programa de televisión que el premio a Mario Vargas Llosa fue “políticamente imprudente” por “lo desconsiderado” que fue este escritor con República Dominicana. Habló el Palacio Nacional, y solo resta decir: No más palabras, magistrado. “A confesión de parte, relevo de pruebas”. Más o menos lo que dije en mi columna de la semana pasada. En un proceso electoral, y con la reelección en primer plano, conviene cuidar los detalles. El gobierno, por ser gobierno, no las tiene todas consigo, y no importa que tenga más anotadas. “El juego no se termina hasta que no se acaba”. Dilo otra vez Yogui Berra. El presidente Danilo Medina lo sabe, como jefe de su propia campaña, y más que justo, apropiado y oportuno que se ocupe del juego chiquito. De evitar que los jugadores cometan errores, pues con pifias se avanza en las bases, y con mal fildeo se anotan carreras. Si el ministro de Cultura fuera un hombre prevenido, que dicen vale por dos, se guarda la guitarra y no interpreta esa canción, pues con músicos desafinados no se gana concurso. La mucha independencia no siempre aprovecha, y si se atienden las palabras de Rodríguez Marchena, no hay dudas de que José Antonio Rodríguez “tá cruzao , tá cruzao”…

ALLÍ, ACÁ: ESA ES LA CUESTIÓN.- No conozco intimidades, pero la lógica a veces es laxa y permite suponer situaciones. El pronunciamiento de Roberto Rodríguez Marchena lleva a pensar que el vocero oficial hizo lo que no hizo José Antonio Rodríguez, el ministro de Cultura: consultar con la máxima instancia. Incluso, dilo otra vez Tres Patines: “El que mete la pata y la saca a tiempo, queda bien”. Ahora habrá que reconsiderar la cuestión, replantear el affaire. El premio a Mario Vargas Llosa fue cosa del jurado, no del gobierno, aunque el cheque sea a cargo de las cuentas nacionales. A menos que se crea que el Palacio Nacional actúa con careta, a la manera del teatro antiguo. Pues entre el ministerio que otorga y el portavoz que descalifica, la opinión del segundo luce más propia de la administración. La carga puede salir mal, y este es el caso, pero entre las muchas posibilidades está arreglarla en el camino. Y más o menos fue lo que hizo Rodríguez Marchena…

REALIDAD VS. PERCEPCIÓN.- No solo el ministro de Cultura se pasó de gracioso, sino que igual el de Interior y Policía. Monchy Fadul cayó en las patas de los caballos sin que nadie lo empujara, y le pasó lo mismo que a Chucumbele: “El mismito se mató”. Y lo hizo con una perversidad. La excesiva delincuencia de que se queja la población no es real, es una percepción. Sin dudas un abuso, una burla, una provocación. Pero “Dios es grande”, dicen en el campo. La prensa de la mañana recogía sus palabras, y ya en la tarde Socorro Castellanos era víctima de un asalto. El segundo en poco tiempo. ¿Cómo le habrá quedado el ojo al forastero? Me cuentan que no ve bien desde entonces. El gobierno tiene la obligación de controlar la criminalidad, y si no puede, por la razón que fuere, no debe hacer lo que hizo el ministro Fadul. Las estadísticas en este país son iguales que las encuestas. Las creen los fervorosos de un dios o del otro, dependiendo de los números, o de a cuál favorece o perjudica. Este gobierno, lo mismo que el anterior, no logra su cometido en seguridad ciudadana. La percepción se sale con la suya, y no hay manera de que la realidad la alcance. Si no pudo con la Harley Davidson…

ESAS PEQUEÑAS COSAS.- Insisto en lo del juego chiquito. Si los jugadores del gobierno no pueden batear fuera del campo, que tampoco dejen caer la pelota en los “files”, pues no tiene sentido dar ventaja al contrario. La reacción al premio a Mario Vargas Llosa no fue cosa de los llamados --despectivamente-- nacionalistas, sino de núcleos diversos de la población. Y es que como se dice, “lo mucho hasta Dios lo ve”. Igual, si se hubiera hecho una medición a propósito de esa distinción perversa entre realidad y percepción, el gobierno hubiera salido perdiendo. Pues el delincuente es el delincuente, pero la delincuencia tiene que ser mayor cuando una parte la provee el propio gobierno. ¿Cómo explicar el cartelito de los coroneles de Amet que imponían y cobraban multas que iban a parar a sus bolsillos, que incluían en su peculio? En días de campaña cualquier cosa afecta, y a veces de manera grave. Entonces conviene cuidar las pequeñas cosas de que tiene años cantando Joan Manuel Serrat…

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